Y no lo digo de forma negativa, sino porque me puse como objetivo finalizar cosas pendientes y retomar con más fuerza y centrada, mi trabajo, mis estudios, mi familia…y lo estoy cumpliendo. Sigo trabajando la paciencia y la organización, queda mucho pero a pico y pala todo se consigue…
Este año quiero objetivos realistas que me permitan mejorar mi salud física y mi salud mental.
No voy a pedir al año que Rodrigo aprenda a hablar y haga unos avances espectaculares. Hubo un momento en el que dejé de hacerlo porque al final acepté que no era algo que podía controlar. Ahora trabajamos en pequeñas destrezas, en su autonomía: subir la cremallera de la chaqueta, ponerse las zapatillas, quitarse la parte de arriba de la ropa, colaborar en casa…Sí me he marcado dedicarle más tiempo para encontrar qué le interesa y que aprenda a jugar y vaya superando la enorme frustración que le provoca el aburrimiento.
No voy a proponerme ser más metódica, organizada, disciplinada porque simplemente es casi imposible con el poco tiempo que tengo y la gran cantidad de cosas que a su vez gestiono, porque me vuelvo a quedar sola cinco meses y la realidad es la que es. No puedo controlar los horarios escolares, ni las ausencias de mi marido, entrenamientos, exámenes, enfermedades… Si puedo ser más autoindulgente conmigo misma, no pedirme más de lo que puedo dar, y priorizar. Hay mucho detrás de autoexigencia y estrés. Y eso sí puedo trabajarlo.
Así que para este año que ya se ha comido un mes, me he planteado como grandes objetivos trabajar la aceptación, amplitud de miras, encontrar lo positivo en un mar de negativos, ver oportunidades entre el caos de mi especial rutina desordenada.
Me apunto a los no propósitos y si objetivos. Por vivir, en vez de sobrevivir!!!
Completamente! aunque ahora con el tema del coronavirus… madre mía, se nos va a poner todo muy complicado. Un saludo guapa!