«Mamá, si pudieras pedir un deseo, el que fuera, ¿qué pedirías? «

Y no supe que contestar.

Tengo hipotecas, como la mayoría de la gente, reformas que hacer en la casa, un coche que no puede entrar en el centro de Madrid, y así mil cosas. Pero ninguna de ellas se me pasó por la mente.

Ni ropa, ni complementos, ni una sesión de spa. Nada.

Ni siquiera pensé en Rodrigo, pese a que tantas veces me dije a mí misma que yo no elegí ni elegiría todos sus trastornos si hubiera tenido la oportunidad.

Y estuve un rato dando vueltas a esta pregunta tan inocente pero al mismo tiempo complicada.

«¿Y tú qué pedirías?»- le pregunté yo.

«Pues que nos tocara la lotería»

«Ajá, ¿y qué harías con el dinero?»

«Comprarnos una Nintendo switch»

«¿Y…?»

«Pues no sé, ya está supongo»

«Tenemos todo lo que necesitamos hija, por eso no se te ocurre nada. Tenemos más incluso»

El hecho de que no quisiera pedir ningún «deseo» más, me dijo mucho, muchísimo sobre ella y sobre los valores que está (están) aprendiendo. Aunque queda mucho camino, aunque aún les cuesta comprender lo que cuestan las cosas, van entendiendo que no todo se basa en cantidad, ni en poseer, y sobre todo, van entendiendo que somos afortunados, mucho.

Mi marido y yo no somos aficionados a los juegos de azar. así que las probabilidades de que nos toque son nulas, pero en alguna ocasión hemos fantaseado y siempre, tras haber cancelado préstamos y asegurar los estudios de los niños, hemos acabado haciendo donaciones, financiando investigaciones y creando una fundación para niños como Rodrigo. ¿Y nosotros? Pues nada, realmente no anhelamos nada.

Y fijaos que con la tontería he estado varios días dándole vueltas a la importancia de explicar a los peques lo que cuesta cada cosa, porqué no pueden tener esto y lo otro, porqué no necesitan lo de más allá. En ocasiones me he sentido ogro, ¿sabéis? Por decir constantemente que no, por entrar en temas tan delicados como el económico, pero así me enseñaron a mí, que aunque tuviera algo para gastar no debía invertirlo todo.

Me encanta ver cómo van reflexionando, cómo no se dejan llevar por el capricho, cómo hacen sus planes conjuntos pensando en cómo van a «recaudar» (así lo llaman XD) para comprar esto o aquello, como lo hacen con planificación, sin darle más importancia que la que tiene el tener algo.

Entonces veo que lo estamos haciendo bien…y que nuestra vida está completa tal y como está. 

PD: tras varios días de reflexión he llegado a la conclusión de que mi deseo sería lograr un campamento para Rodrigo de unos días y otro para sus hermanos, para ir con mi marido de desconexión a un resort. Al final sí tenía algo que pedir…;)

¿Y vosotros, qué pediríais???