Muchos padres nos hemos visto en este lado del cristal, viviendo ese sentimiento de que nuestros hijos están pasando un momento complicado que les lleva a una lucha interior consigo mismos y con todos, y no sabemos cómo ayudar. A veces esperamos que ese momento se resuelva por sí solo pero no acaba haciéndolo, y reaparece con más intensidad.
No me cansaré nunca de recomendar la búsqueda de apoyo en profesionales de la salud mental como los psicólogos, eliminando prejuicios y estigmas que aún hoy rodean a esta tan necesaria figura, no solo para los jóvenes, sino también para los adultos. Y aquí puedo hablar tanto como profesional como desde el punto de vista de paciente.
Y ¿cuándo podemos considerar que hay razones para pedir cita con un profesional?
Cuando detectamos que algo «no está bien«. Nuestro hijo no parece tan feliz o contento, han cambiado sus actitudes o comportamientos…
Cuando se producen grandes cambios como un divorcio o separación, la pérdida de trabajo de los padres, una mudanza, dificultades financieras, infidelidad, una enfermedad crónica y/o grave, cambio de colegio, pérdida de un ser querido o incluso una mascota… Los niños pueden verse muy afectados por estos hechos que, aunque no se hayan verbalizado en casa, pueden haber sido percibidos.
Preocupaciones excesivas por todo, hasta el punto que interfieren en su día a día, llevando a reducir o evitar sus actividades cotidianas o acabando por desarrollar patrones de comportamiento poco adaptativos.
Cambio notorios en hábitos alimenticios con aumento o pérdida de cantidades excesivas de peso. O conductas como provocar vómito, restricciones de comida…
Cambio en los hábitos de sueño con grandes dificultades para conciliarlo o todo lo contrario, demasiadas horas durmiendo, pesadillas…
Irritabilidad en aumento que no se corresponde con la situación actual, es decir, un berrinche en un niño pequeño por un suceso puntual o por ejemplo, un adolescente en un momento de desafío…sino que se convierte en una actitud que maximiza esos comportamientos, los intensifica. Ahora cosas sin importancia hacen que las reacciones sean desmesuradas e incluso violentas.
Observar que existe una escalada en el aislamiento. Debemos observar si tenemos adolescentes si ese exceso de soledad buscada no es señal de algo más.
Verbalizar el deseo de asistir a terapia.
Como padres no debemos sentirnos frustrados, no lo sabemos todo, no tenemos todas las respuestas…Vamos a acompañarlos en este camino y decidir entre todos qué pasos dar.
Afortunadamente hoy en día tenemos muchas alternativas ya que además de buscar un profesional para nuestros hijos, también tenemos la oportunidad de aprender, de recibir formación para mejorar nuestras competencias como padres en estos temas, de manera presencial u online como por ejemplo en lugares como el Centro de psicología Aquiles en Vecindario.
Lo importante es que estemos con ellos en cada etapa, respetando sus ritmos pero observando. Nadie los conoce como nosotros, y no siempre es sencillo establecer un diálogo y conseguir que se abran a nosotros. En esas situaciones no debemos dudar en trasladarlo a los profesionales para que, entre todos, podamos tomar las decisiones correctas y tratar de encontrar respuestas a eso que les agobia, les preocupa y atormenta.
Y vosotros, ¿qué opináis de estos temas? Me gustaría saber vuestra opinión