– Bueno pi, me voy mañana y ya está todo matizado. Nos ha dado tiempo justito, un día menos y no llegamos.
   – No sé yo, queda un montón. Hay que revisar cajones, y…
 – Naaaaaa, está todo hecho. No te queda nada. En cinco días nos vemos.
  – Mira que no sé yo, que tú eres muy así…
   Pues nos faltaban dos, tres y cuatro días. Con un par.

   Esta vez «nos ponen casa», así que, por poco que tenga ésta, la mudanza va a estar «chupada»,
  Que no es lo mismo llevártelo todo a cuestas, que coger cuatro libros, la ropa, algunos enseres pijoteros de la cocina y los juguetes. Esto lo tengo fulminado en un suspiro, ¡qué alegría!
   …
   Pues mira, no.
   Porque, ponte a elegir qué te llevas a una casa amueblada, sí, pero bastante más pequeña que la tuya, sin pecar de exceso. 
   Porque no la tendrás disponible hasta dentro de dos-tres semanas, por lo que de avanzadilla hay que llevarse imprescindibles al piso de alquiler.
   Porque, además, cuando lleguen los señores del camión de la mudanza tú no vas a estar, sino tu hermano (y cruzando los dedos para que tu madre pueda ir que no es que no te fíes, Dios te libre). Y no es lo mismo.

   – A ver de esa estantería quiero ese, ese y ese. Ese no, el otro. Y de ese mueble lo del segundo estante a la izquierda…

   No, no es plan. 
  Y cuando pensaba que lo tenía todo colocadito, a 48 horas de la hora H, me tienes reubicando y amontonando cosas, dejando pos-it con celo por puertas y muebles, seleccionando, cribando, tirando…y todo esto sin poder cortarle el pelo al de tres que parece el de las galletas Príncipe, sin toallas para la playa (moriros de envidia pero en Melilla queda aún un rato de caloret), sin biodramina para el mayor y sin depilarme. Si es que no se puede.
    Para postre, estos tres.
  Cuando, con las manos en jarras, contemplo su habitación en toda su inmensidad con todo almacenado, cajas cerradas, satisfecha, y les digo:

  – Este armario NO SE ABRE. Estos juguetes son PARA DEJARLOS. ¿Entendido?

   Es una invitación al

– ¡Venga chicos, sacadlo todo a lo loco y desparramadlo por la casa, vengaaaa!

   O bien, 

   – Estas cajas ESTÁN PREPARADAS. Si queréis algo lo sacáis y lo volvéis a guardar así. ¿Facil, eh?

   Es un 

  – ¡Cómo mola mami que os pone a huevo todos los juguetes en toooodas estas cajas, venga, abridlas, mezcladas, desordenad puzzles, sacad playmobil, a dolorrrrr!

   Y ya, cansada de cabrearme por tolai, decido meterlas en una habitación y esconderlas.

   – Mamiiii…¿Y mi libro de animales que se montan?
   – En Melillla
   – ¡¡Nooooo!!
   – Sïiiii
.  – Jo, no puede ser, ¡¡¡por quéeeee!!!
   – Toma, juega con este tubo de cartón del papel higiénico, es un periscopio
  – ¡Ualaaaaa!

   ¿Por qué no seré tan creativa cuando no estoy desesperada??
   Y es que estos niños pueden tener muchas virtudes, pero, ordenados, ordenados no son. Ese gen, ausente en su padre debe ser cuestión de cromosoma X. En el caso de la niña, debe ser que el Y es dominante. Claro como el agua.
   Si tienen 20 metros libres, 20 metros que ocupan.
   Si tienen una habitación y una sala para ellos, todo como un campo de batalla. Que sí, que con el tiempo van consiguiendo algo, pero hay que estar encima, encima, encima…que yo he sufrido microinfartos al ver sus estropicios, lo juro.
  Pero, además, se vienen al salón, a la cocina, a la cama de mamá, al aseo…el mundo no es suficiente
   Por las mañanas tengo complejo de Toys-ur-us, con el barreño venga a recoger juguetes.
   ¿Nunca os habéis percatado de las pelis americanas? La buena esposa-ama de casa abnegada que va con el cesto de ropa recogiendo, cantando, súper arreglada y feliz.
   Yo soy la viva estampa: con un cutre moño con el pelo encrespado porque no me echo espuma en condiciones desde hace no sé cuanto, una camiseta larga probablemente con alguna babilla, recogiendo y tratando de recordar el motivo por el cual tuve niños.¨
   Que luego se me pasa, sí. Exactamente los 15 minutos que dura todo recogido. 
   Claro, encima con los nervios pre viaje y pre mudanza, el ambiente que se respira en casa es algo así como la atmósfera bélica del Call of Duty.
    Encima mi churri:

   – Riiiiing
   – ¿Síi?
  – Soy yo. Oye, ¿tenías el correo de la carta esta que ponía lo de la dirección?
   – Supongo. Es buscar el correo y ya.
   – Mándamelo.
   – Si lo tienes que tener tú, me lo enviaste tú.
   – No lo encuentro.
   – Te lo envío enseguida, qué cruz…Te dejo que estoy revisando tus cajones de tu mesita de noche, esos que habías dejado preparados.

   – Riiiiiing
  – ¿Síii?
   – Soy yo, entonces, ¿Qué tenía que decirle al del MEC?
  – …
  – ¿Y la hoja de solicitud de plaza? Que nos falta esa documentación.
  – Entregada para la solicitud de plaza hijo, entregada.
   – Ah, claro

   – Riiiiiimg
   – ¿Siiiii?
   – Soy yo. ¿Te acuerdas donde estaba lo del empadronamiento?
   – Al lado de casa, misma acera.
   – ¿Y la agencia tributaria?
   – En las torres, torre sur.
   – ¿Y el MEC?
   – Calle Cervantes
   – ….
   – Pablo Vallescá
   – …
   – Correos antigüo
   – Sí,
   – Pues muy cerca. A ver hijo, viviste casi 11 años ahí…santa paciencia

     Y en esas estamos, entre los niños y el padre, el padre y los niños, yo, más blanca que la leche, sin atisbos de haber estado seis semanas en mi Benidorm del alma y hecha un cuadro, cara mapache, pelos de loca y rostro acnéico premenstrual.
   Preparar mudanza con niños en casa: porque yo lo valgo.
  

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