Pues ya está.

Ha llegado.

Y sí, no me da pudor decir que estoy feliz de que haya comenzado el curso, la verdad.  Qué digo feliz, estoy que no quepo en mí de gozo. Ojo, que mis hijos están más felices aún porque las cosas como son, estaban deseando ver a sus compañeros y volver a esa rutina en nuestro caso tan necesaria.

No os creáis, no me he dado a la vida perra y loca estos dos días, sino que he aprovechado para terminar cosas pendientes, papeleos, cuadrar agendas ( entrenamientos, extraescolares, terapias e historias varias) y así se me han pasado las mañanas, a tope, pero con la satisfacción de por fin hacer cosas de adultos, de mayores que tenía que hacer. Porque para mí uno de los peores estresores del universo es tener cosas pendientes y no ver el momento de poder acabarlas. Soy una agonías, qué le vamos a hacer.

Y a esa satisfacción hay que sumar la emoción que siento cuando los recojo del colegio y escucho sus historias, que me hablen de sus profesores, de dónde se han sentado, de qué han hecho, de sus impresiones…Es mágico.

Con Rodrigo…bueno, con él todo va a otro ritmo.

Para empezar, hemos estado días anticipando el día H, hablándole de que empezaba el cole (mientras nos miraba con cara de «¿qué me estás contando madre?«), enseñándole la mochila, dando paseos por el camino hacia la parada del autobús…

Sin embargo, llegado el momento el lunes en cuanto acabó de desayunar y vio que su rutinilla de verano de relax post tazón de leche se veía interrumpida por la secuencia cambio de pañal-cambio de ropa-aseo, colapsó. No quería que lo llevara al baño, ni lavarse, ni calzarse.

Cuando salimos a la calle se negaba a caminar, y así estuve, diez minutos con un ser humano de treinta y pico kilos colgando de un brazo que ya empieza a estar resentido, cantándole todo el repertorio de canciones favoritas que se me ocurrían hasta que tuve que recurrir a ponerle un video de youtube, concretamente con las carreras de Mario Kart wii. A las 8 y diez de la mañana, por la calle, con el móvil a toda pastilla y ese sentimiento de derrotismo.

He de decir que llegué a casa agotada, pero tampoco tuve mucha tregua porque a los cinco minutos tuve que dejar a sus otros dos hermanos en su colegio. Y por fin, al llegar a casa el silencio, pero lejos de lanzarme al perrunismo máximo solo pude pasarme toda la mañana trabajando -como he comentado- al tiempo que no me podía quitar a Rodrigo de la cabeza. Este año la profesora y el apoyo del aula son diferentes, y no podía dejar de imaginármelo tirándose al suelo, sin querer entrar en clase, en plena crisis de conducta. Pero también es cierto que tengo tanta confianza en los profesionales que  sé que es normal, y que en cuestión de dos días va a estar estupendamente, porque le encanta ir.

Hoy ya ha sido mucho más sencillo, no he necesitado vídeos aunque sí canciones a cascoporro. Pero su cara ya era diferente, y es que como siempre, la realidad supera las expectativas con este niño, que cuando menos te lo esperas acepta los cambios en un chasquido, cuando tú andas sin dormir dos días pensando qué hará o qué no hará.

Resulta difícil llevarlo por las mañanas a la parada, aunque ahora con eso de que el bus pasa a las 8 y cuarto es más fácil, En cuanto se adopte el horario normal en septiembre tendré que vérmelas con todas las familias que van a dejar a sus retoños al colegio de sus hermanos mientras nosotros vamos en dirección contraria. Tendré que levantar del suelo a un preadolescente con problemas sensoriales más veces de las que mis fuerzas pueden soportar, tendré que levantarme por haber caído junto a él en una de sus múltiples caídas producto de las mioclonías, tendré que aguantar las ganas de gritarle porque se niega a caminar mientras veo como las manecillas del reloj avanzan y estamos a un tris de perder el autobús. Y llegaré a casa con la ansiedad esperando aparecer en cualquier momento.

Cuando estoy saturada en esos momentos he aprendido a echar la vista atrás porque cualquier tiempo pasado NO fue mejor, no con él.

Hoy comentaba en Instagram la importancia que tiene la perspectiva en nuestra vida. Y es que cuando algo parece difícil, insostenible, desbordante, solo tengo que tirar de hemeroteca vital y rememorar esos momentos años atrás. Y ver cómo hemos avanzado y evolucionado. Cómo ha cambiado. Cómo lo hemos hecho nosotros. Cómo lo gestionamos ahora. Cómo ha aprendido él. Y todo se relativiza y se relaja.

 

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CUESTIÓN DE PERSPECTIVA No es lo mismo mirarse desde arriba, que desde un lateral, o desde abajo. No es igual tu percepción que la percepción de tu pareja, de tus amigos, de tus hijos, de tus conocidos. No se vive igual un día según tu estado de ánimo, las horas que hayas dormido, tu estado de salud. El recuerdo de nuestras experiencias vitales cambian, y cambian con el tiempo, y lo hacen porque aprendemos a cambiar nuestros puntos de vista, a darles más amplitud, a no ceñirnos a uno único. Es lo fantástico que supone la madurez y la fortaleza que te da la vida. Mis comienzos de curso siempre han sido caóticos, difíciles, duros, estresantes. No puedo sino recordarlos así. Todos los años tengo las mismas conversaciones con otras madres sobre ritmos acelerados, organización, manejo de las crisis de Rodrigo…y es cierto que es duro. Sin embargo, haciendo un ejercicio de reflexión y echando la vista atrás, dejando los sentimientos, el cansancio, el estrés una es capaz de comprender cómo todos hemos evolucionado, cómo ese ritmo ha evolucionado, cómo el desorden ha evolucionado, y todo ha ido encontrando una manera de organizarse, dentro de ese caos, cada vez más pausada. Me cuesta explicarme porque como ya digo, vengo de haber descansado unas cuatro horas, pero a lo que voy es que mi sensación de un día como hoy, tras el trajín mañanero es de lejos infinitamente diferente al del año pasado, y al anterior, y al otro, y al otro. No puedo dejar de pensar que somos supervivientes a esos años, que es un milagro que hayamos mantenido la cordura. Y aquí estamos, de nuevo en la rutina, bendita rutina, pero con las pulsaciones en orden. #familianumerosa #familiadiversa #autismom #reflexionesinsomnes

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Esto al final son estrategias de la vida, porque ninguna experiencia por negativa que sea cae en saco roto.

Todo lo que hemos vivido, que ha sido y es mucho, nos define hoy. Todo. Y sí, hay que olvidar las malas rachas, las temporadas complicadas, pero sabiendo que de ellas también pudimos extraer una lección y un aprendizaje.

Sin duda está siendo el inicio de curso más fácil, calmado y reposado que he tenido en casi 12 años de maternidad. Y os prometo que no me lo creo. Todo va bien, todo está saliendo bien y me llena una sensación de plenitud difícil de explicar mientras, no os voy a engañar, espero con ansia ese día en el que me voy a dedicar al hedonismo más absoluto materializado en maratón de series y comidas con elevados niveles de grasas saturadas.

Espero que vuestro inicio de curso sea tan maravilloso como el mío