Desde el momento en el que la prueba de embarazo da positivo todo tu mundo gira en torno a saber más. La ilusión toma las riendas y tu universo se convierte en lecturas incesantes de libros, revistas, webs, blogs, foros. .. De documentales, de visitas a médicos, matronas.

Te conviertes en una experta en cada mes de gestación, en cómo y porqué cambia tu cuerpo, en cómo va creciendo ese ser durante nueve meses.

Aprendes sobre parto respetado, posparto, lactancia, sueño (o falta de él). De carritos, de colecho, de sillas a contramarcha. De los primeros dientes, de la transición al sólido, de los primeros hitos del desarrollo, de vacunas.

Tenemos toda la información al alcance de nuestras manos. Estamos en antecedentes, preparadas para lo básico, aunque luego la realidad todas sabemos que trasciende cualquier manual y cualquier charla, pero al menos estamos sobre aviso.

Pero entonces llega un día en el que en una ecografía se detecta algo anormal. De pronto todo lo que creías saber no te sirve de nada.

Hay que provocar el parto, hay sufrimiento prenatal y perinatal.

El niño tiene problemas de succión, no duerme, llora constantemente, convulsiona. No tiene control cefálico, no coge peso, no se arrastra, no gatea, no camina, no habla,

Tu hijo no te mira, no se deja coger, no puedes abrazarlo.

Y buscas y buscas pero no lo encuentras.

¿Dónde está ese manual? ¿En qué lugar encuentras cómo se desarrolla una gestación atípica o cómo es una maternidad atípica?

Ninguna matrona te ha informado, ningún profesional. Pero puede pasar y no es algo aislado. PUEDE PASAR. No te imaginas ni de lejos la cantidad de alteraciones, de síntomas, de enfermedades…que pueden aparecer, y si aparecen no sabes cómo gestionarlo, dónde acudir.

Te sientes perdida, no sabes nada. No entiendes nada. Solo tienes miedo y quieres llorar.

La soledad te va devorando porque no eres una madre como las demás madres del parque, no tienes un bebé como el de tus amigas. Jugáis en ligas diferentes.

No te identificas con ningún libro, ninguna web te representa, ninguno de los blogs de crianza y maternidad te ayudan, ninguno te reconforta porque solo encuentras información de cosas que deberían suceder en el desarrollo de tu pequeño y no suceden.

En el momento en el que Rodrigo cumplió seis meses dejé de leer. ¿Para qué?  Y en ese momento mi único objetivo era encontrar ese manual, ese lugar que me diera respuestas o al menos me arrojara algo de luz. Encontrar a alguien que me dijera «he estado en tu lugar, esto es lo que está pasando, esto es lo que puede pasar, esto es lo que puedes hacer, así te vas a a sentir, así lo vas a superar».

Pero la realidad es que tuvimos que vivir una maternidad y una paternidad desde la más absoluta oscuridad, abriéndonos paso a base de caídas, de errores, de decepciones, de intuición, de investigar, de pasar noches en vela, de vivir al límite sobre la cuerda floja…

Hasta que aprendimos.

No tenemos la receta mágica, ni las soluciones. Se avecina una adolescencia que de nuevo no sabemos cómo afrontar. La pubertad, las hormonas, ¿cómo le va a afectar? ¿cambios de comportamiento?¿y la epilepsia? ¿estará notando que va cambiando? Es tierra de nadie, es un folio en blanco que nos asusta y no sabemos cómo completar.

Tras años de una infancia más o menos controlada se presentan nuevos retos, pero esta vez estamos preparados. Sabemos que hay mucha gente ahí con la que compartir, gente que se encuentra en nuestro mismo momento, gente que ya está abordando los cambios, y entre todos todo puede ser mucho más fácil.

No lo olvidéis, hay otras maternidades y crianzas de las que se sabe poco, de las que poco se habla, pero tienen las mismas dudas y necesidades y no encuentran respuestas. Por eso es tan importante compartir, más de lo que a veces imaginamos. Porque de pronto esa madre, ese padre que buscan respuestas desesperados pueden hallar un rayo de luz que les cambia todo.

Seamos faro.

Hagamos entre todos ese manual…

 

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