Ya estamos en otoño y el frio comienza a hacer su aparición especialmente a primeras horas de la mañana. Sin ir más lejos hoy, al dejar a los peques en el colegio el termómetro marcaba nueve grados. Es tiempo de vestir por capas porque a las tres de la tarde los veintipico no nos los quita nadie y, francamente, no nos apetece comenzar con los resfriados todavía dada la situación.
Yo solo quiero ir a consulta, si es posible, para todas las revisiones médicas que llegado octubre habitualmente tenemos agendadas, para todos los miembros de la familia. Este año con más necesidad puesto que por el confinamiento hubo que cancelar varias.
Una de las citas más inmediatas es la consulta al dermatólogo. Este atípico verano, con tantos meses de encierro debidos al confinamiento la piel de nuestros hijos (y la nuestra) se ha visto alterada: nos hemos movido menos, las dietas han cambiado, las pieles están más secas, no se ha contado con el tiempo de adaptación a la radiación ultravioleta que se adquiere al salir a la calle de manera progresiva…
Mis hijos se han expuesto poco al sol y, cuando lo han hecho, ha sido bajo toneladas de protector solar 50. Absolutamente todas y cada una de las veces que se han bañado en la piscina. Más que nunca he querido protegerles porque conozco bien los peligros del sol y yo misma llevo con revisiones muchos, pero muchos años; soy una persona de riesgo por la gran cantidad de lunares que tengo, mi historial de quemaduras de adolescente (sí, era una inconsciente) y mi fototipo de piel.
Así que, al igual que yo planifico mis revisiones anualmente, lo hago con mis hijos, con los tres. Y es algo que deberíamos hacer todos los padres. Solemos no perdernos ninguna cita con pediatría pero nos olvidamos de algo tan importante como es su piel.
Y fijaos que cuando son pequeños son muchísimas las afecciones que requieren de una consulta. ¿Quién no conoce la dermatitis o piel atópica? O la dermatitis del pañal, que aún sufro yo con Rodrigo por el uso conmtinuado del pañal. Son muchas alteraciones y enfermedades que según Dermatología Dexeus pueden aparecer, como la Ictiosis, las manchas café con leche o en los más mayores la dermatosis plantar. Es fundamental llevar un control para prevenir la aparición de muchas de ellas, dar con buenos tratamientos, observar la evolución…
Nosotros lo hemos pasado fatal con mi hijo mayor y sus dermatitis. Es un niño de casi trece años con discapacidad severa que usa pañal de manera constante. Había temporadas en las que la sudoración así como el pipí hacían que se le hicieran heridas dolorosísimas, hasta que dimos con la crema adecuada y la rutina de cambios necesaria. E igual que con mi hijo pequeño. que desde bebé todos los inviernos era un constante «me pica, mamá«.
Y es que, a excepción de las quemaduras, Alejandro, con casi nueve años, ha heredado todas mis características (piel muy blanca, con pecas y lunares) pero además presenta una afectación cutánea como es la psoriasis. Lo lleva controlando desde hace años un profesional, dermatólogo de Asisa, a través de ISFAS y no podemos estar más contentos con su atención, dado que lo conoce y podemos ir valorando cómo evolucionan sus pequeños lunares, así como las escamaciones y erupciones.
El otoño es el momento en el que se retoman los tratamientos, dado que con el frío suelen intensificarse los brotes y hay que establecer controles exahustivos de la enfermedad. Si la desconocéis os diré que se trata de un trastorno autoinmune que provoca una inflamación cutánea crónica.
En su caso aparecen heridas en las extremidades, solo codos y rodillas de momento. Se tiene que secar muy bien cada vez que se ducha y ponerse crema hidratante. A veces Aloe Vera para calmar. Afortunadamente es esporádico y suele coincidir con momentos de estrés, o períodos en los que duerme menos.
Lo tiene completamente asumido y, lo mejor es que lo naturaliza. En casa le hemos repetido muchas veces que no es contagioso, y que si alguien le pregunta les explique sin problema que son unas heriditas que le salen de vez en cuando.
Mi experiencia con la psoriasis viene de largo, dado que mi padre la sufrió y fue devastadora para su autoestima. Y es algo que no quiero que suceda con mi hijo.
Así que como madre os digo que le déis la importancia que necesita el cuidado de la piel, de cualquier manchita, del crecimiento de los lunares en vuestros pequeños (y en vosotros). Dar con un tratamiento adecuado mejora la calidad de vida y la detección precoz la salva.