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Autismo y rutinas van unidos, de la mano. 

Es una forma de estructurar y controlar su mundo, el otorgarle predictibilidad y seguridad. Saben que
hay una serie de relaciones causa efecto, que hay una secuenciación espacial, temporal en su día a día. Les vuelve operativos y ayuda en su autonomía.
Pero  también hay una parte gris, y es que la vida está sometida a cambios. Es intrínseco a la propia existencia de uno. Y la ruptura de rutinas puede suponer el caos en la tierra.

Desde que se vaya la conexión a internet y no puedan ver su serie favorita, se rompa el juguete con el que pasan horas, llueva y no se pueda salir a la calle a la hora de siempre, tener que cambiar la ruta habitual porque están asfaltando, no encontrar la cuchara preferida, que se rompa el cuenco del desayuno…(todo basado en hechos reales)
Esto provoca un caos emocional: rabietas, gritos, sensibilidades a flor de piel…
Todos estos elementos cotidianos para nosotros, han resultado ser disruptores para #Elde9. Estresores a niveles nada adaptativos y difíciles de comprender, pero que forman parte de su forma de entender el mundo.
Hay que estar preparados para esas rupturas de rutinas, ocasionales en algunos casos y necesarias en otros. Porque la vida es cambio.
Uno de los factores que más afectan a mi hijo es la ausencia de su padre. 
Por su trabajo debe ausentarse en ocasiones durante unos días, en otras una semana y a veces períodos más prolongados que pueden convertirse en meses en casos de alguna misión.
Lo gestiona fatal a nivel emocional y a nivel físico.
Come menos y mal, duerme peor, está más irritado, atraviesa períodos de febrícula y ha llegado a convulsionar.
Lo dicho, lo lleva fatal.
Para él papá y mamá tienen dos funciones claramente diferenciadas y nos ubica en planos totalmente diferentes.
La ausencia de uno de los dos desequilibra esa balanza que define su interacción con ambos, le estresa, pero especialmente la ausencia del padre.
¿Cómo lo gestionamos?

Hasta hace bien poco, regular.
Ahora, con su mejor capacidad de comprensión es algo más sencillo, aunque no lo acaba de superar, pero es cierto que la repercusión es menor.
1. ANTICIPANDO.
Si no es una ausencia relámpago, hay que tratar de anticipar la marcha. Explicar que el padre/madre/ familiar cercano se ha de ausentar un tiempo. Dar toda la información acorde a su nivel madurativo.
2. ASUMIENDO LAS FUNCIONES DEL OTRO.
Nosotros tenemos los roles muy repartidos y Rodrigo lleva fatal que uno suplante al otro. Pero es lo que hay. Hay momentos en que uno debe dejar de ser la figura del cuidador y pasar a ser la figura de autoridad o de juego y viceversa. No es fácil, no lo acepta, pero es necesario que tratemos de asumir ambos roles para que en situaciones así sea más fácil la adaptación. Nosotros aún estamos trabajando en ello.
3. UTILIZANDO UN CUADRO DE AUSENCIAS.
Marta, la logopeda de la Asociación en la que estamos (Autismo Melilla) nos preparó un cuadro muy chulo en el que indicar cuando alguien vaya a ausentarse.

El procedimiento es muy fácil, se quita la ficha del que no va a estar durante esos días y se acompaña de una explicación.
Lo ideal es colgarlo en algún lugar visible. 
Nosotros lo llevamos portátil dado que nos encontramos de vacaciones, pero a la vuelta probablemente lo peguemos con velcro en la puerta de su habitación.
No es un resultado inmediato de la noche al día, requiere insistencia y constancia, pero arroja resultados que al final es lo realmente importante.
Tampoco debemos olvidar que, aunque tengan autismo son niños y las rabietas están presentes. Hay que saber discernir unas de otras para parar las conductuales y trabajar las disfuncionales
La edad ayuda, es verdad. 
Así que no deseperes porque todo podemos trabajarlo y hacer de estas pequeñas rupturas de rutina algo menos estresante para nuestros peques.
¿Tenéis herramientas para calmar esas rabietas? 

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