Su prima Sofía se lo regaló y lo trajo bautizado de casa: su hijo Pau, haciendo gala de esa mente adolescente algo retorcida, lo llamó Cherni, porque decía que parecía un peluchín de Chernobyl.
Sí, lo sé, lo sé, de mal gusto pero así se quedo, como Cherni, su adorado y blandito y viejecito Cherni.
«No es sólo un muñeco», aseguran en IMAGINARIUM. Es un compañero desde el minuto uno, imperfecto, con taras. Una oreja más grande que la otra, cicatrices y una cabeza enorme, pero con una sonrisita de felicidad que enamora en el primer contacto, y que viene a decirnos que las diferencias no importan.
Rodrigo lo tuvo consigo en el carro y en la minicuna hasta el día en el que de repente lo agarró con su manita y no lo volvió a soltar.
Compramos, un par de años después un segundo Kico Nico porque cuando había que lavarlo, o no lo encontrábamos se desataba Troya, pero no. No hubo manera de crear ese apego con el segundo. Dormía con los dos, pero el primero, el original, siempre tenía que estar ahí, y yo secando de vómitos o de leche o de lo que fuera al peluche en el microondas, el radiador, con el secador en no pocas ocasiones.
Su hermana también fue una de las afortunadas en tenerle como primer amigo, y también le compramos un segundo, aunque a ella le daba un poco igual si era uno u otro. Casi siete años después, los busca para dormir pero como costumbre, ya que puede dormir sin ellos sin problema. Eso sí, le reconforta cuando está enferma o se siente triste. Son sus Chernitas.
El pequeño tiene uno, Chernito. Uno porque nunca le hizo caso, pero él es así, va a contracorriente. Prefiere dormir cada día con algo distinto, o por temporadas. Puede ser una rata de peluche, una mariquita o el tapón de una botella. Genio y figura.
Nuestro Cherni ha pasado con Rodrigo noches de fiebre, de convulsiones, quirófanos, mudanzas, viajes…Ha servido de consuelo ante malestares, ha sido el actor principal de musicales interpretados a la hora de dormir por una servidora. Ha sufrido lanzamientos aéreos, se ha colado por rendijas, ha sufrido misteriosas y angustiosas desapariciones, pero ahí sigue al pie del cañón.
Aunque el tiempo no pasa en balde y Cherni no es lo que era. Ha sufrido numerosas intervenciones a corazón y cuello abierto. Implantes de orejas y remiendo. Rellenos adicionales…Y conforme pasa el tiempo resultan más difíciles los primeros auxilios: la tela se va deshaciendo al paso de la aguja e hilo.
Y no tenemos manera de sustituirlo.
Cuando entra en fase de sueño, con los ojos cerrados lo acaricia con las yemas de los dedos: orejas, brazos, nariz,…hasta que se va relajando y se queda profundamente dormido. Si despierta de madrugada a tientas lo busca, llegando a bajarse de la cama o montar un buen escándalo, y después la sonrisa de felicidad por haber encontrado a su amigo.
Para mí Cherni, nuestro Kico Nico es el mejor peluche del mundo, y es el regalo a recién nacidos que hago por defecto. Que seguro los papás se irán juntando con más de uno, pero nunca serán suficientes.
(No es un post patrocinado)
¿Conoces estos peluches?¿Tienen tus hijos alguno?
Hola. es curioso como nuestros hijos necesitan agarrar 'algo' para poder dormir o snetirse seguros. Mi hija se agarró a una manta con ositos y a día de hoy sigue durmieno con ella. Como me pasaba un poco como a ti que a veces nos quedábamos sin ella porque esta sucia le compré otra pero no hubo manera. Sólo quiere la original y te puedes imagina r lo vieja que está. Y eso que hoy en día ya es casi adolescente. Me encantó leer tu historia con Cherni. Seguimos en contacto
Soy una ignorante de peluches, la verdad, pensaba que lo de Kico Nico era más actual… Madre mía, que ya tiene añitos el muñeco, jajajajaja. Los míos no, no se han aferrado a nada para dormir, oara consolarse… El pequeño ha dormido más con peluches que el mayor, pero aún así le da igual con cuál dormir, la verdad.
Yo sí recuerdo que tenía un oso favorito, achuchable, ideal… Y también quedó el pobre para el arrastre ainsssss.
Un beso
Yo también he tenido un oso que ha sido mi muñeco de apego inseparable. De hecho ha estado durmiendo conmigo hasta que me fui a vivir con mi novio Jajajja.
Mis padres no se podían olvidar de él nunca que salíamos o viajábamos porque si no, no podía dormir. Incluso de mayor, me consolaba olerlo, abrazarlo y tenerlo conmigo. Siempre decía que me relajaba porque olía a sueño. El pobre está hecho polvo, con multitud de remiendos, casi sin pelo y descolorido pero sigue siendo muy, muy especial para mí. Tanto, que es el único que no presto a mis hijos…
Besos!
Mis hijos también han tenido peluches inseparables el niño un smilodon y la mediana tenía un puma. Cuando tenía 4 años lo puso detrás de la bici, no nos dimos cuenta y se cayó, cuando dimos la vuelta con la niña llorando y la bici en la otra mano, una pareja nos dijo que una señora se lo había llevado… No logramos encontrarla. Ay que tragedia, de verdad!! Y es que no había manera de encontrar uno igual en mi casa fue una hecatombe y yo también me sentí fatal y pensando para que querría esa señora un peluche que habíamos lavado mil veces y muy usado porque también lo llevaba a todas partes..Yo como en el comentario anterior también sigo conservando uno de mis peluches favoritos!!
YO, si algún día se pierde no sé qué va a pasar…Es imposible separarlo de él. NO se duerme, lo busca, se enfada…supongo que es un elemento de seguridad, y al no hablar me imagino que será reconfortante para él. Yo tengo un peluche en casa de mi madre también, pero de algo más mayor. Un beso!!