Tener a mis tres hijos ha sido una de las experiencias más maravillosas que he experimentado, desde el embarazo pasando por la lactancia y la crianza. Pero también trajo muchos cambios en mi cuerpo, una metamorfosis que lo transformó en mi caso sin retorno.

Como yo, muchas otras madres han sufrido y sufren un enorme desgaste a nivel físico sobre todo en zonas tales como el abdomen, las piernas, las caderas y las mamas, llevándolas a plantearse una serie de intervenciones como operación de pecho o abdominoplastia para corregir las alteraciones que meses, años después, persisten y les generan falta de bienestar, a todos los niveles.

Es cierto que en un primer momento tratamos de asumirlo con naturalidad, como parte del proceso que es la maternidad; que tratamos de ponernos en forma mediante ejercicio, utilizando tratamientos cosméticos específicos, masajes, cambiando hábitos y haciendo un intenso trabajo de reafirmación personal. Pero estos tratamientos, estos cambios, no siempre funcionan como queremos, y muchas mujeres acaban teniendo graves problemas de autoestima y dificultades para aceptarse. Esto se debe a que en ocasiones los cambios a afrontar son enormes, los resultados son escasos o lentos y no logran sentirse bien consigo mismas. De hecho, los cambios corporales tras la maternidad son una de las principales causas de depresión postparto. Por ello son cada vez más las que acaban recurriendo a la cirugía en centros especializados como la clínica Dexeus, entre otras, y en mi opinión es una decisión totalmente respetable y sana.

CAMBIOS TRAS EL EMBARAZO

A grandes rasgos, los principales cambios físicos tras un embarazo y/o lactancia implican:

  • caída del pecho: la glándula mamaria aumenta su tamaño preparándose para la lactancia generando una distensión de la piel. Cuando termina, el volumen del pecho disminuye bruscamente cambiando forma, tamaño y firmeza y generando flacidez.
  • flacidez abdominal: durante la gestación y con el desarrollo del embrión nuestro cuerpo experimenta una serie de cambios bruscos para adaptarse al crecimiento de una vida. El útero se expande, con él el abdomen, la piel se estira… Y tras el parto si bien el útero vuelve a su volumen no así la piel, que ha perdido elasticidad. Además, los músculos de la cavidad abdominal sufren una gran distensión quedando un aspecto caído. Por último, también puede haber un gran exceso de peso que continúa presente y no hay manera de bajarlo.
  • aparición (o aumento) de celulitis y grasa localizada en piernas, glúteos y muslos por las enormes (y aceleradas) variaciones de peso.

A raíz de esto surge la tendencia Mommy Makeover, es decir, una serie de cirugías posparto que incluyen operación de pecho, abdominoplastia y Liposucción y Lipoescultura. 

MOMMY MAKEOVER

El objetivo por áreas es recuperar la forma de los pechos, firmeza y tersura y eliminar grasa sobrante en abdomen y muslos especialmente.  Para ello las técnicas utilizadas son:

Mamoplastia: uno de los objetivos principales es devolver la posición natural al pecho. Para ello puede levantarse o aumentarse rellenando el volumen de piel sobrante o con prótesis, según las necesidades. Debe realizarse a partir de los seis meses tras el parto o la lactancia.

Abdominoplastia: su objetivo principal es devolver la firmeza al abdomen, eliminando el exceso de piel y/o grasa y ayudando a combatir estéticamente la diástasis reforzando la musculatura de la pared abdominal que no ha mejorado ni con ejercicio ni con cambio de hábitos alimenticios. También puede aprovecharse para quitar la cicatriz de la cesárea si se desea.

Liposucción y lipoescultura: busca eliminar la grasa localizada que se resiste tras ejercicios y cambios en la dieta en zonas como los brazos, abdomen, nalgas, flancos, muslos, caderas…Dado que no tiene efecto sobre la distensión de la piel suele simultanearse con la abdominoplastia.

LACTANCIA TRAS CIRUGÍA MAMARIA

Una de las cuestiones que puede surgir es la de “Si me opero el pecho, ¿podré amamantar a mi bebé?”.

Hace unos años esto resultaba imposible pero la buena noticia es actualmente las técnicas han avanzado de tal manera que, si hablamos de implantes, hoy en día se colocan de forma que no afectan al tejido glandular por lo que no impiden que se genere leche. Eso sí, hay que tener una serie de cuidados y precauciones especiales como tratar de que el bebé no deje nunca el pecho vacío, dar más tomas y acudir al médico a la mínima señal de inflamación.

El pecho no va a experimentar deformación, ni la prótesis -en caso de que exista- va a alterar la leche. Esto no son más que mitos.

 

Es importante apuntar que estas intervenciones no dejan de ser muy importantes a nivel clínico e implican una serie de riesgos que son inherentes a estos procesos. Por ello es fundamental un buen asesoramiento no solo a nivel estético sino a nivel psicológico a la hora de tomar una decisión. Porque encontrarse bien con una misma va más allá a todos estos cambios; depende de nuestros estándares de belleza, de nuestros criterios y, sobre todo de nuestra salud, que al final es lo que debe primar.

En definitiva, hacer un uso responsable de la cirugía estética puede ser una gran ayuda para mejorar la autoestima y lograr el bienestar emocional tan necesario.

 

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