Mira. Es que si no lo cuento, reviento.
Si estuviésemos en los años, qué te digo, 20, 30, todavía se entendería por el contexto histórico y cultural. Seguiría siendo igualmente reprobable e indignante para la mujer, pero socialmente aceptado y la verdad, con pocas oportunidades para reivindicar un cambio de vida.
Pero, en pleno siglo XXI, con todas las luchas y los logros obtenidos, con la cantidad de oportunidades, el logro de la independencia, y tantos hitos, encontrarme con estas cosas, es que me exasperan como poco.
Un negocio de barrio, familiar y dos hermanos, una niña y un niño un par de años más pequeño.
Desde siempre ella, a la salida del cole acudía directa a ayudar a sus padres a la tienda, «¿Y cuándo hará los deberes o jugará?», me preguntaba yo día tras día, pero eran preguntas que pronto se olvidaban, lógico y normal en esas edades, en las que bastante tienes con preocuparte de hacer las sumas de turno para salir pitando a saltar a la comba.
Y fuimos creciendo, y llegó la pubertad y el momento de entrar en el instituto, entonces con 14 años.
Para mí todo un despertar, miles de oportunidades y nuevas experiencias.
Para ella el final de la niñez y la incorporación al mundo laboral a jornada completa, de la mañana a la noche.
Bueno, no sería ni la primera ni las última que llevase a cabo esa elección, ¿verdad? Cada uno es libre de dedicar su vida a lo que considere su vocación o su fin.
Y comenzaban las salidas los fines de semana, las fiestas ya de adolescentes, las pandillas, los amigos especiales…
Yo la veía en ocasiones salir, pocas la verdad, y su independencia me resultaba tremendamente atractiva. La veía como casi adulta, en otra liga. Mientras, yo me dedicaba a estudiar, a salir con mis amigas, con mi mirada puesta en mi futuro universitario.
Y los años pasaron.
Y los novios que tenía desaparecieron.
Los compromisos formales se esfumaron.
Mientras, mi vida evolucionaba. Trabajo, matrimonio, mi propia familia…
Y allí sigue, con 40 años, año más año menos, sola. Atendiendo a ese negocio familiar, con esa madre.
Esa madre que le prohibía salir con chicos.
Esa madre responsable de la ruptura de un compromiso formal.
Esa madre que, cuando sale bien de mañana a trabajar, lidera el grupo en cabeza, bien erguida, mientras ella la sigue por detrás.
No hay atisbo de la joven independizada y disfrutona, 25 años atrás.
Diréis que cada uno es libre de hacer lo que quiera, claro. Y que no soy quién para juzgar, claro que no.
Pero he sido testigo directo de esta subyugación y sometimiento durante toda mi vida. La he visto crecer de manera paralela a mi propia vida.
Su rostro…Inexpresivo, con mirada vacía. No es mirada de felicidad. Su rostro no tiene un mínimo rastro de alegría o cualquier emoción.
«Qué tal, ¿con los peques?: Uy, yo ayer me quedé con la de mi hermano y fue una locura…»
Son esas conversaciones. Lo más cercano a la maternidad.
¡Ah!, ¿que no lo había dicho? Su hermano pequeño sí está casado, tiene su hija, su chalet, y prácticamente gestiona el negocio familiar, ya que el padre jubilado pasa poco tiempo por ahí.
Me atrevo y quiero juzgarlo porque realmente creo que no tuvo oportunidad de elegir su camino. Que la imposición dada en un momento de su vida la ha integrado como algo normal y la ha anulado como persona,
De la tienda a casa. De casa a la tienda.
Y ya.
Me invade una sensación de ahogo y tristeza a partes iguales, y mucha indignación.
Porque parece mentira que un Matriarcado tóxico de este calibre exista hoy en día en una ciudad tan cosmopolita, y que sea tan fuerte y soberano que una persona no haya sido capaz de romper ataduras. Y que nada en el entorno haya conseguido hacer de salvavidas para ella.
Así que no nos relajemos, que a las mujeres nos queda mucho camino todavía para romper las desigualdades y los desequilibrios sociales, y seguro que como estos, mil ejemplos a tu alrededor.
Joé… Pues sí, parece increíble pero haberlas haylas. Madres q tenían hijas para q las cuidaran, así. Y seguro q seguirá habiendo gente q piense así, tristemente. Da mucha rabia…
Es que es increible que sigan sucediendo estas cosas. HAblamos de la liberación de la mujer y bla bla bla, pero cuando naces en un entorno así, y no hay apoyos externos, ¡qué difícil escapar! y qué triste…Y esa dependencia, por muy tóxica que sea ha moldeado su personalidad para los restos. Seguro que ni libre sabría como actuar…Un beso
Lo del matriarcado es tremendo… Y pasa entre mujeres pero también con los hombres! Que las conozco que quieren hijos solteros para tenerlos siempre sometidos y quedarse con ellos en su vejez! No me gusta esta dependencia extrema! Con lo bien que se está teniendo cada uno su vida y compartiendo ratitos de ésta!
Sí, claro, con los hombres otro cantar. YO conozco más casos de hombres, por eso me resulta tan chocante esto. Tengo una vecina que tiene un hijo así. Y efectivamente, todos podemos compartir trocitos de vida y de existencia sin someter a nadie. UNa pena. UN beso!
Me ha encantado. Hoy día por supuesto que sigue pasando, yo en mi caso he pasado por algo parecido, pero un día levanté la cabeza y miré todo lo que había a mi alrededor. Pero vivo muy de cerca la situación de una amiga que vive en un continuo matriarcado. Y ver esto en una persona a la que aprecias es frustrante y triste.
Fuiste fuerte y valiente, Despertaste. PEro no todo el mundo tiene la capacidad o la oportunidad. Y es algo tan trsite. Porque lo que antes era lo normal hoy en día es todo lo opuesto poirque somos conscientes de que hay todo un mundo ahí fuera. Y me parece tan alucinante que sigan dándose esos casos…Seguro que estarás ahí para tu amiga. Un abrazo fuerte!
Hola!!!! Yo conozco dos casos, uno es idéntico al tuyo, sino fuera porque el mío es en Gijón creería que hablas del mismo, te lo prometo.
Y el otro es una historia un poco más antigua pero terrible, unpar de chicos que se conocen muy jóvenes y la familia de él se opone al matrimonio y él jamás se planta, trabaja en el negocio familiar sometido a su yugo, y ella le espera, trabajando en una pequeña mercería de barrio. Cuando tenían unos cincuenta y tantos los padres de él fallecieron, primero uno y algún tiempo después el otro, y ellos se casaron, pero como le dijo ella un día a mi madre que nos llevó a mi hermana y a mí de peques a por unos lazos; -me robaron la vida y muchas cosas más, entre ellas el derecho de ser madre.
No entiendo ese egoísmo, yo jamás podría ser así con mis hijos.
Besos guapa.
Este tema es tremendo, en pleno siglo XXI.
Yo si lo he visto más en hombres, como comentan por aquí arriba.
En mujeres era más el "busca un hombre que te mantenga y casate". Y digo era, porque creo (espero) que esos casos estén desapareciendo.
¿Cómo puede una madre arruinar intencionadamente la vida de una hija?
Hay cosas que nunca comprenderé por muchas vueltas que le de.
En fin, que hay de todo por ahí y no me extraña que lo hayas soltado. Mejor eso que reventar.
Besotes!!!!!!
Tan triste, tan cierto. Tu análisis es fabuloso, como siempre.
Pasa más de lo que uno cree, es una pena, me hace pensar en la película "Como agua para chocolate" mientras uno ve las imágenes de un tiempo casi histórico, lejano, de esos que solo en los libros se lee y finalmente lo tenemos a la puerta, y que decir de ese machismo que la misma mujer prometen a sus hijas….es una tristeza enredar el futuro en un cuarto de 2×2 simplemente porque así le tocó, estaba escrito por ser ella la más pequeña, por ser mujer y no tener futuro…