Hace unos días en un telediario nacional, una psicóloga daba una serie de recomendaciones para aprovechar mejor las vacaciones. En resumen sus consejos venían a decir que era necesario salir almenos una semana para romper las rutinas del año, fuera del domicilio actual, sin responsabilidades, desconectando del trabajo y de cualquier carga.
Y mientras la escuchaba me setía, literalmente, en otro plano de la realidad.
No podía estar más en desacuerdo. No sentía para nada que eso pudiese aplicarse a mi, o a otras miles de personas. ¿Cómo era posible hacer estos comentarios de una manera tan sesgada?
En primer lugar, no todo el mundo puede irse una semana de vacaciones fuera de su residencia eso para empezar. Bien porque no tiene «pueblo», no cuenta con segunda residencia, no tiene capacidad económica para irse a un apartamento u hotel, o no puede compaginar las vacaciones.
En segundo lugar hay un nada despreciable sector de la sociedad que aunque contara con estos recursos cuenta con una situación personal que lo complica todo. Pacientes y cuidadores de personas dependientes.
Según el INE, en 2021 el número de cuidadores en España es mayor a seis millones de personas, lo que significa que 1 de cada 10 ciudadanos españoles son cuidadores.
Y estos son los datos que se ven.
No es tarea fácil organizar esas imprescindibles tareas que implican los cuidados cuando llegan las vacaciones. Más difícil todavía en una época como es el verano en la que las vacaciones escolares hace que cuando las personitas a tu cargo son menores, tienes grantizado el 24×7 durante más de 90 días, en la mayoría de casos sin terapias y en muchos, pero muchos sin alternativas de ocio adaptado.
Que sí, que ya sabemos que es fundamental eso de desconectar, descansar, romper con la rutina…¿pero llevarlo a la práctica? Amigos, eso no es huevo que se echa a freir y ya. Nope.
Aquí si puedo asegurar, desde mi experiencia personal que el tiempo es un aliado. Nosotros vivimos de forma completamente diferente los tiempos de vacaciones con niños ya más mayorcitos (14 y medio,13 y 10 y medio) ahora que hace no sé, cinco años por ejemplo.
El cansancio está. el estrés también. El trabajo que da Rodrigo por supuesto, con nuevas necesidades conforme crece, nuevos miedos, nuevas rigideces…
Pero al igual que ellos crecen y cambian nosotros cambiamos y aprendemos. Aprendemos a modelar de algún modo ese tiempo, esa cantidad de horas y a ver lo que realmente necesitamos cada uno de nosotros para conseguir que la palabra descanso se acerce lo máximo posible a nuestro ideal. Un ideal que insito, no se asemeja para nada al que yo tenía ni antes de ser madre, ni hace unos pocos años, ni a lo esperable según la norma…
Porque aprendes a redefinir conceptos. Y ese es el tiempo mejor dedicado y empleado: sentarte y hablar acerca de lo que necesitamos. Para no llegar a septiembre saturados. Porque el ir acumulando sin soltar al final ha ido dando como resultado consecuencias físicas y psicológicas que si bien no podríamos haberlas evitado del todo, si podríamos haberlas minimizado.
Así que, mientras no tengamos una segunda residencia -es decir, que nos toque la lotería o algo-, mi concepto de vacaciones este año ha pasado por:
- Apuntar a Rodrigo una semana de campamento urbano en su colegio. De 9 a 15 con comedor. Suerte que se ha podido celebrar, ya que el año pasado no había solicitudes suficientes y no pudo llevarse a cabo.
- Aprovechar que los astros se han alineado para apuntar a sus hermanos de campamento de lunes a viernes, noches incluídas; un campamento que no se hacía desde antes de la pandemia (gracias astros)
- Cogerse mi marido esa semana de vacaciones
- Hacer todas las tareas habituales de compra, de casa pero a un ritmo pausado, sin estrés, con cierta rutina pero muy alejada del estrés.
- Reducir los tiempos de conexión a redes sociales y al móvil. Si bien he estado conectada ha sido algo muy limitado comparado con lo que es habitualmente.
- Redistribuir mi agenda y dejarme solo las cosas urgentes DE VERDAD. Creo que esto ha sido lo más difícil ya que yo soy una ansias de los plazos y de hacer constantemente. No sé parar. Pues lo he hecho y no, no se ha acabado el mundo.
- Imponernos ver una película tranquilos, sin móviles, cada día, juntos después de coger a Rodrigo del campamento.
- Turnarnos una hora en la piscina con él para que el otro se dedique a lo que le apetezca y no sean tareas de casa. En mi caso tumbarme a leer, oir la radio mientras escribo…Lo de salir con esta ola de calor ha quedado postergado.
- Tomarnos algo a media mañana en casa, obligándonos a parar, mientras hablamos. Pero hablamos de verdad…
Han sido cinco días de desconexión. Y como digo, siguiendo con muchas de las rutinas habituales de casa, pero no solo nos ha cundido más sino que el descanso ha sido mejor, y me he liberado de una fuente de estrés enorme.
A ver, que os veo a muchos interpretar esto como que el soltar niños es lo mejor del mundo. No es eso (o si…). La cuestión es que el silencio es algo muy preciado para mi, y Rodrigo es muy ruidoso ya que grita constantemente. Si le sumamos a esto una adolescente con la música a todas partes y otro niño muy muy demandante, lo del «mamáaaaaaa» 1000 veces al día se queda corto.
Necesitaba este tiempo, este espacio.
Y sí, mi marido y yo coincidimos en que han sido los días más relajados en 15 años.
Sin salir de casa. Sin estar 100% sin cargas familiares ya que Rodri está por las tardes con nosotros, sin segundas residencias, sin resorts…
Porque ir a ver a la familia en verano puede ser muchas cosas pero no es descanso ni vacaciones. Quizás si para los niños, pero no para nosotros.
El cambio de rutinas es agotador, aunque Rodrigo se maneja bien en casa de mi madre. Pero no dejan de ser días de coche arriba coche abajo para llevarlo a natación, a la piscina de su tía, busca aparcamiento en un Benidorm, no poder salir a dar una vuelta porque las multitudes no son para mi hijo… Acabamos pasando muchas horas en casa, como aquí con la diferencia que no es la nuestra, no contamos con tantos recursos y se hace largo y pesado.
Con esto lo que quiero deciros es que no os comparéis con las vacaciones de otros porque no os van a hacer ningún bien si no podéis alcanzar determinados estándars. Buscad lo que os haga falta a vosotros dentro de vuestras posibilidades económicas, sociales, personales…Y no lo dejéis al azar, hay que organizarlo de algún modo.
A veces un ratito es una auténtica vida. Os lo digo yo.