A tres meses de dar a luz las mujeres nos encontramos en un momento de relativa calma, por norma general. Momento náuseas y malestar superado, y aún ágiles para llevar a cabo una vida más o menos normal. Es, por mi experiencia, cuando más disfrutamos de los movimientos del bebé, cuando el tamaño de la tripa se va disparando y ves cómo las redondeces te van gustando cada vez más y quieres que todos se enteren.
Hace nueve años el tema fotos-móviles era otra historia. La cámara era una función accesoria, con un objetivo pequeño, y 2 MP, algo más si tenías el último ultimísimo. Poca memoria, pocos segundos de grabación -en caso de que tuvieras la suerte de contar con opción vídeo-. En fin, nada que ver con hoy en día, en el que las futuras madres retratan desde la primera falta la evolución y la comparten, dejando buen testimonio de todo. Pero los de hace unos añitos no. Así que mi cutre cámara y yo enviábamos fotos de esa dulce espera, o al menos lo intentábamos, ya que a veces el servidor no te lo permitía. En fin, una odisea.
No puedo recordar en qué momento, conversando con mi respectivo, surgió el tema colada. En ese instante fue cuando me explicó que tenían unos follones históricos con la lavandería de la base y que me la tenía que contar sí o sí.
Aún me río a carcajadas visualizando la escena, más bien LAS escenas. Doy fe de las mudas que llevaban y los petates que se fueron para allá, con el calorazo en verano, el trabajo de muchos que implica estar de sol a sol y no haciendo papeleo precisamente, el olor a choto…lo veo…y casi que lo huelo…
Estad atentos.
«Una vez más, novedades desde el frente.
Aunque bueno, lo de frente… frente… vale, dejémoslo en novedades desde el Líbano, que son muchas y jugosas.
Lo primero, aclarar un tema que sé que os está volviendo locos. Lo sé, prácticamente os tiene en vilo, que sé que es tal el ansia con que esperáis estas noticias: LAVANDERÍA.
Os sitúo. No os pongáis en mi lugar, que creo que ya no puedo engañar a nadie diciéndoos lo mucho que trabajo, ni el riesgo que constantemente asumo (aunque tendríais que ver como resbala la entrada a la oficina, o la cantidad de espinas que tiene el pescado que ponen los fines de semana, verás que un día me clavo una), ni las vidas que salvo entre el fuego enemigo, ni… en fin, que ya no engaño a nadie. Pero insisto, no penséis en mi caso sino en el de los Zapadores de las Secciones. Están trabajando desde las 9 a las 7 de la tarde, haciendo hormigón, llenando sacos terreros o simplemente montando guardia con un chaleco antibalas a 33 grados… luego una ducha y ¿un cambio de ropa quizás? Ahí entra la lavandería.
Muchos han venido sólo con 2 uniformes, y aunque ya les hemos conseguido otro, siguen siendo 3 uniformes, uno de ellos de forma constante en lavandería. Y funcionaba bien. Hasta que recibimos la nueva. Una mejora nos dijeron. Veréis que cambio nos dijeron.
El infierno español. Y peor todavía. La ropa se entrega en bolsas de malla que se meten directamente en la lavadora, y a los dos días, con el sistema antiguo y por lo tanto mucho peor nos los devolvían limpia… y empezó la nueva lavandería, nuevas máquinas y una contrata externa.
Primer día: el voltaje de las máquinas no estaba preparado para 220v. Todas las fuentes de alimentación quemadas. Impresionante.
Segundo día: «¿Dónde se pueden comprar fuentes de alimentación en el Líbano?… mañana está todo arreglado.»
Tercer día: No entregan ropa «porque hay un tapón de dos días, y claro…» El encargado vigila su espalda para que no le claven nada.
Cuarto día: Se han estropeado 3 máquinas. Al parecer las llenaban demasiado (nos ha jodido, tres días sin que la gente recibiera ropa) y no podían con tanto peso… El encargado ya tiene escolta oficial por su seguridad.
Quinto día: En un acto sencillo pero emotivo, entregan bolsas… pero niguna se corresponde con lo que inicialmente tenía y la mayoría están rotas. «al parecer las llenaban demasiado poco y las bolsas se rompían por los golpes que recibían»
Impresionante. Pero aún lo es más la solución que adoptaron: coger montones de ropa arbitrariamente y meterlas en cualquier bolsa. Todavía busco dos camisetas y cinco calcetines. Además, sigo sin encontrarle utilidad al sujetador que me dieron.
Sexto día: Parece que todas las máquinas funcionan. Pero hay problemas al entregar la bolsa… Unas colas de escándalo. El encargado ya no sale de su contenedor.
Séptimo día: Siguen los problemas y las colas, 1 HORA PARA RECOGER UNA BOLSA. El encargado ha desaparecido entre todo tipo de especulaciones.
Octavo día: Por fin aparece el encargado. Y da explicaciones… aunque la verdad, no sé que fue peor: «Las bolsas se entregan numeradas y después se colocan por orden según el número para que sea más fácil recogerlas»… salvo que seas árabe y no entiendas los números. Importante matiz del que se dan cuenta EL OCTAVO DÍA.
Noveno día: la imagen es dantesca. El olor insoportable… pero empiezan a repartirse las primeras bolsas que contienen lo mismo que se entregó. Lavado y todo… Todavía me emociono al recordar el momento en que me dieron mi bolsa con MI ropa.
Décimo día: siguen entregándose las bolsas. Hay llantos de alegría y cantos de gracias. El encargado empieza a salir por la base tímidamente.
Undécimo día: Se estropea el generador que da corriente a la lavandería. «¿Ah, que se puede enchufar a otro?, no, que como la otra vez hubo problemas con el voltaje….» Se escuchan tiros pero nadie puede demostrar la relación causa-efecto.
Decimosegundo día: Se entrega toda la ropa acumulada… FIESTA. El encargado vuelve a ir al comedor y al bar sin escolta.
…Y colorín colorado, esta odisea (que no cuento) se ha acabado. Espero que la incertidumbre y la emoción haya valido la pena.
Y esta semana, además, ha tenido muchas cosas: comida con los Indios y con los Nepalíes. Os contaría más detalles de la comida y el picante, pero mi almorrana todavía se resiente cuando lo recuerda.
Sigo visitando destacamentos dentro del (Atención, palabra de la semana para que ampliéis vuestra ya impresionante cultura) Force Protection Working Group, FPWG para los entendidos. Pero eso ya os lo contaré en el próximo capítulo, que esta vez quiero incluir los apreciados comentarios que mi primo Juanpe ha hecho sobre los nombres de mi hijo:
«Filiberto, de origen griego, asimilado a inteligente y a la belleza griega, un nombre singular, con fuerza y empaque, y con buenos antecedentes conocidos. Sin embargo Rodrigo, conquistador, vale, pero de origen germano, un poco frío, de significado «rico en fama», ¿le quieres ver en el «tomate»?»
Y aclaro: no, no es broma, es el nombre real. Si Dios quiere y mi mujer, que el mismo Dios guarde muchos años, no cambia de idea.
Os dejo, un beso a todos, siento que los hotmaileros no podáis escribirme, ya os dije la solución, pero por favor DEJAD LAS CUENTAS DE MICROSOFT Y PASAROS A LAS DE GOOGLE, que son mejores y no dan problemas.
Y la semana que viene, el capítulo titulado «¿Cómo viven los Nepalíes?»
En fin, que sí, que el segundo nombre es FIliberto. Que para los más jovencillos deciros que el «Tomate» es el equivalente actual a «Sálvame», que la ropa necesitó casi descontaminación cuando llegó a TN (lo que viene a ser territorio nacional) y que para ellos cualquier excusa era buena para celebrar una fiesta, no os dejéis engañar.
La semana que viene volvemos con la recta final de estas cartas de apoyo tan peculiares.
La semana que viene volvemos con la recta final de estas cartas de apoyo tan peculiares.
Gracias por estar ahí.
Jajajajaja, madre mía qué lío con la ropa, hija, qué aventura! ¿Filiberto el segundo nombre del peque? ¿Sí? No conocía a ninguno, fíjate ;). Un besote guapa
Me parto con el costillo y sus historias.