Nos encontramos en la semana de la lactancia materna, y Madresfera y Acción contra el hambre se han unido en una iniciativa denominada #ProyectoK (de Kwashiorkor).
Esta palabra significa «lejos del pecho» y muestra lo importante que es la lactancia materna para la nutrición y supervivencia de los niños, sobre todo en los países en los que las tasas por malnutrición infantil son muy elevadas. Así, se reivindica la Lactancia materna como el medio más eficaz para prevenir esa desnutrición.
Se ha propuesto un maratón de post narrando experiencias de lactancia como una forma de apoyar los proyectos de esta práctica, y claro, no iba yo a negarme a participar.
Y es que mi historia de lactancia nace desde la ignorancia y el desconocimiento hace casi 8 años…
Yo sabía que quería dar el pecho, por los beneficios y porque era algo que sentía que debía hacer. Y ya está. Nada más.
El no asistir a clases de preparación al parto por permanecer durante los tres embarazos en reposo llegado el momento. No contar con nadie a mi alrededor para asesorarme, informarme. Sin amigas con hijos, ni familiares, ni madre…Vivía lejos de todos y no tenía ni idea de nada. Tampoco el ginecólogo jamás me dio ninguna orientación al respecto. Sabía que había que comprar sujetadores de lactancia y discos. Ni siquiera que debían ser una talla más como luego pude comprobar…
Nada más nacer mi primer hijo se lo llevaron porque había habido sufrimiento fetal y necesitaban darle calor extra. Ni lo toqué. Cuando me lo trajeron directamente se lo enchufaron al padre con un biberón y el pobre, sin saber qué hacer se lo dio.
Ya solos en la habitación, de madrugada, dormía tanto y tan bien que daba miedo, y no sabía si tenía que despertarlo o no. La opción que me daban eran biberones. Pero yo ni caso. Intentaba ponérmelo en el pecho y el niño buscaba y buscaba y no encontraba.
Tardó 24 horas en enganchar, aunque no había leche, Era calostro, y, aunque me contaron que alimentaba, yo estaba desolada.
Y a los dos días me dio el subidón, y vaya si lo hizo. 8 meses de lactancia, cuatro exclusiva porque el pediatra me impuso ya cereales y frutas, y qué iba a decir yo.
Mi hijo dormía muy mal, lloraba mucho, y sólo el pecho le calmaba. No sabíamos por entonces que padecía crisis y que tendría mil problemas, de ahí su malestar permanente. Pero mientras mamaba todo era calma, para él y para mí.
A los 8 meses le desteté, no sé si el hecho de quedarme embarazada de mi segunda hija fue coincidencia, pero así fue. Y aquí las cosas cambiaron, porque nada más nacer la colocaron encima mía directamente y de ahí no la separé. Aquí sí hice lactancia exclusiva y durante siete meses fui madre lactante pero se me retiró y además necesitaba, con todo el dolor de mi alma quitárselo. El estrés que sufríamos con los problemas de su hermano, las noches sin dormír por la lactancia y los desveles,…estaban alterando a todos los miembros de la familia. Una lástima pero a veces las circunstancias obligan, y, aunque con pena, lo acepté y no me sentí mal por ello.
Y con el pequeño estuve un año. Un año a todas horas. Una lactancia disfrutada, diferente totalmente de las otras dos, una lactancia que me ha generado un vínculo distinto. Ni mejor ni peor.
Y fue la más dura. Me salieron grietas, tres mastitis, además de tener que extraerme leche de recién nacido ya que estuvo quince días en neonatos y no quería que en los momentos en los que yo no estuviera tuviese que tomar otra leche que no fuese la mía. Tomaba medicación muy abrasiva que lo estaba deterioriando y cada vez, por contra mamaba más, y superó su enfermedad y es un niño sanote, sanote.
Estuve a punto de abandonar. Es verdad. Quien haya sufrido obstrucciones mamarias sabrá de lo que hablo. La fiebre, el dolor insoportable, las lágrimas cuando extraes la leche y el niño succiona…
Y llegado el momento de ese destete lloré, y mucho. Recuerdo las tres retiradas de pecho con mucha pena. Como el fin de algo. Es, con diferencia lo que más echo de menos en estos momentos, epecialmente con el pequeño, porque me recuerda que ha sido mi última oportunidad de crianza a ese nivel, de establecer ese vínculo. Las sensaciones que se experimentan en esos momentos tan íntimos no son comparables a ninguna otra.
La lactancia es vida, forma parte de nuestra naturaleza mamífera. Y hay muchas maneras de ser madre lactante, porque no todas las historias acaban en éxito, pero el sentimiento y la intención y la vivencia están ahí.
Para mí ha sido un regalo como madre y estoy infinitamente agradecida por este don.
Qué bien lo cuentas!!!!! Yo he tenido dos experiencias absolutamente distintas, una buena y otra no y lo pasé mal, no voy a negarlo orque se sufre pero en ambos casos tengo el mismo vínculo con ellos, en mi caso el vínculo lo han reforzado otras cosas.
Respecto a la malnutrición infantil yo lo pienso muchas veces, creo que falta información en las madres, es horrible que los niños mueran pudiendo las madres alimentarles, al menos una buena parte de ellas porque claro, algunas a lo mejor no pueden por estar ellas también desnutridas, pero es más fácil y barato alimentar un poco bien a una madre para que pueda dar leche sana que alimentar a un lactante, creo.
Un besito y me alegro que al menos con el último pudieses disfrutar tanto.
Vanesa! que temple y que amor en cada una de tus palabras. La lactancia, desde mi punto de vista es dura pero al final tiene sus recompensas, pasando la etapa de prueba, se convierte en puro amor, de ese que no se encuentra en otra parte. Mis experiencias (2) han sido totalmente distintas, me identifico en algunas cosas con lo que nos cuentas pero creo que la tragedia (en mi caso) es el haber estado sola, sin experiencia y con un bebé hambriento. Creo que los ginecólogos deberían de dar más información, puesto que no todas vamos con las matronas o a cursos sobre lactancia. Es necesario que ellos tomen un poco de responsabilidad sobre esto, ayudarían a muchas mujeres.
Un abrazo fuerte fuerte!