Conciliaresvivir-ConciliAccion-igualdad-maternidad-paternidad-blogEs más que probable que desde ayer os hayáis encontrado por las redes con los hastag #Conciliaresvivir y #ConciliAcción.
Me hice eco de esta iniciativa gracias a Usúe, de Mamiconcilia, quién nos informó y explica en su web perfectamente en qué consiste.
Todo surge a raíz del blog Madres sí. Pero guerreras también que, aprovechando que en gran parte del país comienza el curso escolar, y con él los encajes de bolillos para organizar horarios, han lanzado una campaña para recordarnos la importancia de la Conciliación y conseguir volver a hacer ruido.
Para ello se han organizado una serie de quedadas tuiteras y se invita a que compartamos nuestras experiencias de conciliación o no-conciliación. Además, se reivindica el derecho a una ampliación de los permisos de maternidad y paternidad, para lo que se han basado en la propuesta de la Plataforma de Lactancia informada, en la que se propone «Aumentar el tiempo de “pausa laboral” para el cuidado de hijos/as hasta las 52 semanas (cobrando el 100% del salario), de las cuales 32 deberán ser intransferibles para la madre (para garantizar la lactancia materna y una exterogestación de calidad) y 8 semanas intransferibles para el padre.
Se podrá prorrogar la pausa, por las familias que lo deseen, hasta el segundo año (cobrando un 80% del salario y nunca menos del SMI) y hasta el tercer año (cobrando un 60% del salario y nunca menos del SMI).»

Personalmente, estoy totalmente a favor de la ampliación de los permisos para ambos padres, pero comulgo más con la propuesta de PPiiNA (Plataforma de Permisos Iguales e Intransferibles de Nacimiento y Adopción), que reivindican «que los permisos sean iguales, intransferibles y pagados al cien por cien para ambos progenitores. Hablan de un “permiso parental inicial” de dos semanas obligatorio para ambos y de un “permiso parental para la crianza” de 14 semanas más para cada uno voluntario e intransferible, a disfrutar durante los primeros 12 meses del bebé.»

Pienso que el marcar permisos No Transferibles van a suponer que, al final, sean la mayoría de mujeres las que acaben por tomarlo, con todas las repercusiones que conlleva. Los padres desean y deben poder tener un papel activo en la crianza y educación. 
El tema de la Conciliación me toca muy, pero que muy de cerca, porque me ha tocado vivirlo de lleno desde hace años y al final la No-Conciliación me ha ganado la batalla, al menos de momento. Pero la guerra continúa. Mi desconciliación ha logrado que saque fueras de donde no las hay y siga buscando mi camino…
Movimiento-conciliación-Usúe-igualdad-blog-maternidadHace casi año y medio tuve la suerte de participar en el movimiento #Mamiconcilia compartiendo mi testimonio en el segundo ebook publicado (que puedes descargarte aquí). Es importante que aportemos nuestras experiencias y alcemos la voz, para que se conozcan las circunstancias, injusticias y propuestas que cada uno de nosotros podemos aportar. 
Ya sabéis que algunos dicen que la Conciliación son los padres, que es una mentira (genial post de La pareijta de golpe, no os lo perdáis), que no existe. Y es cierto, Hoy por hoy yo no sé qué es eso de conciliar.

«Licenciada en Psicología, Dos Master, preparada y con competencias más que suficientes para comerme el mundo laboral. Así me sentía yo cuando, sin hijos, trataba de abrirme camino profesionalmente.
Y no fue un camino de rosas. Mi marido, funcionario, ha estado sometido a traslados, algo inherente a su profesión. La primera traba que se encuentra la mujer de un militar es el nulo apoyo y las nulas medidas de conciliación existentes por parte del Ministerio de defensa. Si a tu pareja la trasladan tienes dos opciones: o vivir separados, o dejar tu trabajo. No hay medias tintas.
En el primer traslado, la verdad, tuve suerte y comencé a trabajar enseguida. También era 15 años más joven que ahora. Más tarde llegó mi primer hijo, y entonces, con un horario a turnos, ya tuve que hacer mi primera elección. De todas maneras, nos volvíamos a mover, así que tan sólo estaba adelantando el tomar una decisión que iba a ser inevitable.
A los 8 meses de nacer mi hijo me encontré con una doble sorpresa, volver a quedarme embarazada y detectar anomalías en el desarrollo neurológico del mayor. Mi hijo iba a padecer una lesión cerebral severa con una discapacidad del 65 %. A partir de ese momento, cada vez que recibía una oferta (y no fueron pocas) temblaba, porque cada una de las numerosas veces que durante el primer año y medio en mi nueva residencia tuve oportunidades laborales, a cada una tuve que decir que no.
Horarios de 9 a 19’00, imposibilidad de solicitar media jornada o jornada reducida. Sé que no todas las empresas son iguales, quizás no tuve suerte en eso.
Pero desde luego todas primaron el hecho de tener cargas familiares antes de valorarme como profesional. Sin darme tiempo a demostrar que podía organizarme.
No empatizaron absolutamente nada conmigo. No quería lástimas, ni compasión. Tan sólo algo de flexibilidad, a cambio de horas de vacaciones por ejemplo, para tratar de llevar a mi hijo a las pruebas necesarias o a estimulación.
Tuve que rechazar un trabajo fantástico porque me resultaba imposible compaginar horario con las terapias. Nosotros trabajamos en casa con nuestro hijo, y yo entendí en ese momento que, las exigencias de implicación que éste requerían en ese momento primaban sobre cualquier desarrollo profesional y cualquier realización personal. A día de hoy no me arrepiento. Pero laboralmente aún se me está penalizando por esa decisión.
Y luego vino un tercero. Un niño buscado, deseado, porque queríamos una gran familia y que nuestro hijo mayor tuviese una familia que lo apoye cuando no estemos. Y somos una familia feliz.
A mis 40 años no he dejado de formarme. Mis hijos están todos escolarizados. Mi etapa de crianza ha finalizado. Y ahora no tengo hueco en esta sociedad. No se me considera un activo que pueda aportar absolutamente nada. He quedado relegada a mi casa por haber tomado una decisión necesaria en un primer momento y forzada posteriormente.
Las Administraciones tienen un papel fundamental en apoyar a los familiares de sus trabajadores. Yo elijo pasar la vida con una persona pero eso no debe implicar renunciar a parte de mí por el camino por falta de políticas sociales.
Y la empresa privada necesita una dosis enorme de Responsabilidad social.
Porque las mujeres que hemos sido profesionales, no dejamos de serlo por ser madres. Es más, esto nos da un valor añadido, unas capacidades de gestión, de tolerancia, de organización que el día a día nos enseña y asimilamos en nuestro buen hacer.
No me resigno. Me reinvento. Sigo luchando por encontrar mi lugar a puertas de un nuevo traslado que, esperemos, no me vuelva a poner en la cuerda floja.»
Espero que tú hayas tenido más suerte en ese camino, y si no, te invito a compartirlo.
Gracias por estar al otro lado.

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