Tener buena salud y la falta de buena salud. Ambas dependen de nuestra conducta, nuestras propias acciones siendo responsabilidad personal de cada uno.
¿Sabías que las enfermedades crónicas más prevalentes en Europa (cáncer, enfermedades cardiovasculares, EPOC o diabetes) están íntimamente ligadas al estilo de vida siendo este, además, uno de los principales factores de riesgo que contribuyen a la morbilidad y mortalidad en Europa?
Sí, es cierto que el ritmo que llevamos, cada vez más acelerado, nos coloca en situaciones a veces muy complicadas que escapan a nuestro control: jornadas de trabajo maratonianas, la carga del hogar, la maternidad / paternidad especialmente en sus primeros años, la falta de sueño, el ser cuidador de una persona dependiente…
Pero en todas estas situaciones que pueden afectar nuestro estilo de vida, siempre hay una parcela de la cual podemos hacernos cargo. Siempre.
Dietas hipercalóricas, sedentarismo, consumo excesivo de alcohol, fumar, mala higiene del sueño…dependen de nuestros hábitos, hábitos que hemos ido instaurando a lo largo de los años y que se han instalado cómodamente sin intención de dejarnos marchar. Pero es que además, esos hábitos nocivos pueden desembocar en, por ejemplo hipertensión, colesterol alto, obesidad, diabetes, etc…y en consecuencia causar la aparición de todo un abanico de enfermedades.
Todos, como adultos, tenemos conocimiento de que hay que llevar una vida sana, activa, una alimentación saludable y también conocemos cómo prevenir determinadas enfermedades. Entonces, ¿qué ocurre para que no adoptemos esas medidas?.
Que no nos responsabilizamos de nuestra propia conducta.
He ahí la clave.
Y es que el primer paso hacia ese estado deseado de salud es reconocer que podemos y debemos cambiar y reflexionar, tomar conciencia de lo que está en nuestra mano para prevenir esas enfermedades, esos estados que ninguno deseamos…
Así que es nuestro deber tomar conciencia de que la salud es un tema muy serio, de que debemos tomar parte activa en nuestro cambio de hábitos de vida y entender que vamos a ser capaces de tomar las riendas.
Podemos establecer pequeños objetivos realistas encaminados a participar activamente mediante un plan de acción orientado a promover cambios en la rutina, como por ejemplo:
– realizar menús semanales para posteriormente hacer una compra saludable (en este punto os recomiendo el blog de Marta Rivas Rius, que os puede dar pautas muy útiles)– elaborar esos menús en familia si es posible, claro, para que el cumplimiento sea más motivador.– fijar un momento determinado, unos minutos, una hora, varias horas… semanales de alguna actividad física que os guste, de la intensidad con la que os sintáis más cómodos, solos o en compañía, con el convencimiento de que vais a poder cumplir.
Y así, introducir pequeñas y progresivas modificaciones que poco a poco generarán grandes cambios en vuestros hábitos de salud y en nuestro carácter.
Porque sí, cuando uno se involucra, toma una actitud positiva y va cumpliendo sus propios objetivos, la motivación también crece. Y todo repercute en todo. En una espiral de salud física y mental.
En mi caso personal mis motivos siempre giran alrededor de mi cansancio perpetuo por la falta de sueño y el desgaste de tener no solo tres niños, sino además uno dependiente. Además de los horarios escolares sin comedor, los entrenamientos y terapias por la tarde, y tratar de compaginarlo con las tareas de la casa, el proyecto del blog, mi propio descanso y mi relación de pareja. ¿Dónde queda el ejercicio, dónde queda una comida reposada y en condiciones…?
Pero durante estos últimos meses he conseguido ver que puedo priorizar y que yo misma me impongo excusas, como un autoboicot, ¿y por qué? Porque no confío en mi capacidad de cambio. PERO, sí he alcanzado un grandísimo logro: ser consciente de que necesito cambiar hábitos y que está en mi mano hacerlo. Ahora me queda pasar a la acción y para ello ya elaboro los menús semanales junto a mi marido, al tiempo que voy delegando tareas en casa y aprendo a decir que NO a determinados proyectos, colaboraciones que de ningún modo puedo agendar, entendiendo que hay que priorizar y que mi resentida salud ha pasado a un primer plano, cobrando la importancia que merece.
Y ME SIENTO GENIAL.
Son pequeños cambios pero para mí importantísimos.
¿Y tú? ¿Te animas al cambio conmigo?