No hay adversidad suficientemente grande en la vida que pueda con uno cuando hay un motivo para vivir.
En esto podría resumirse la historia de la familia que hoy os presento, una historia con la que siento mucha empatía.
Leer el testimonio de hoy me ha traído recuerdos y me ha removido.
Cristina es la hermana de Raúl y es la que se ha encargado de regalarnos esta historia.
Ya sabéis que considero personas excepcionales a los hermanos de niños con alguna condición…
Raúl tiene Sindrome West que ha derivado en un Sindrome Lennox Gastaut. ¿Qué implica?
«Nuestra historia es la historia de muchas familias, más de las que se puedan imaginar; historias especiales que tienen a niños únicos como protagonistas. En nuestro caso, esa personita especial es mi hermano pequeño, Raúl.
Raúl nació a las 36 semanas de gestación, y debido a eso y a cualquier otra circunstancia que ni los médicos conocen padece Síndrome de West y Síndrome de Lennox Gastaut, además de parálisis cerebral.
Tiene 12 años y no camina, no habla y no sabemos la capacidad de visión que pueda tener por lo que necesita de nuestra ayuda constante, pero es un niño inmensamente feliz que desprende amor y ternura con su sonrisa. Pero comencemos por el principio…
Aceptar que quién más quieres tiene una discapacidad no es fácil, pero sí se puede aprender a vivir con ello.
Tan difícil fue asimilarlo como hacérselo entender a los demás. Queríamos pensar que tan solo era un sueño del que tarde o temprano despertaríamos.
Cuando Raúl nació (un 16 de abril de 2004), los médicos ya notaron también en nuestro pequeño que algo no andaba bien. Los latidos de su pequeño corazoncito se le hacían entrecortados. Lo trasladaron a Granada ya que la situación era de extrema gravedad y en el hospital de Motril no tenían los medios suficientes para tratar de salvarle la vida.
Después de tanto esperar, la enfermera no salió con buenas noticias ya que a Raúl, también le tendrían que intervenir del ductus arterioso ya que si no lo hacían, nos aseguraban que solo viviría un par de días, por lo que aceptamos la operación.
Para nuestra madre, fueron días agónicos ya que a ella la dejaron ingresada en Motril aún convaleciente por los puntos de la cesárea urgente que se le tuvo que practicar mientras Raúl permanecía en Granada. Fue al cuarto día cuando pudo ver a Raúl.
Durante tres largos meses, nuestros padres tuvieron que desplazarse de Salobreña a Granada y viceversa.
A los pocos años, Raúl tuvo que ser operado de la vista por dos veces en Barcelona.
A los 2 años, nos dimos cuenta que Raúl hacía unos movimientos extremos con los brazos y piernas y se dejaba los ojos en blanco (epilepsia) y a los 3, le diagnosticaron Síndrome de West, el cuál a los 5, ya derivaría en un Síndrome Lennox Gastaut.
Todo se complicó más cuando notamos un pequeño bultito en la cabeza de Raúl y nos dijeron que se trataba de un herpes. Sus expectativas de vida eran escasas; casi nulas. Pero… Raúl tuvo la fuerza que le faltó a su mellizo y tenemos el firme convencimiento de que Raúl nos eligió a nosotros porque sabía que formaría parte de una familia que le llenaría de amor, cariño y ternura.
Raúl es un regalo que nos dio la vida.
Él es único y especial porque es capaz de arrancar sonrisas, porque nos enseñó a disfrutar las pequeñas cosas y porque nos hace felices con un simple beso.
Nuestro niño especial nos cambió las prioridades, nuestro mundo gira en torno a él, en hacer que sea feliz y mejorar día a día su calidad de vida.
De verdad, visitad su página AYUDEMOS TODOS A RAÚL. Es una auténtica declaración de intenciones. Cómo lo afrontan, la honestidad con la que comparten lo que sienten, lo que esperan. Cómo mantienen un espíritu fuerte, sin dejarse llevar por el derrotismo, ni la pena, ni el agotamiento.