Vale, toca momento ñoño lacrimógeno, lo siento, pero es que hoy cumple 6 años un pilar fundamental de esta familia disfuncional: mi hija mediana.
   Llegó en un momento difícil: su hermano tenía poco más de 8 meses y ya se vislumbraban problemas en él y su abuelo acababa de fallecer. Entonces todo fue menos duro, menos amargo, menos oscuro. 
   Un parto horroroso, en el que la epidural falló, el catéter se desplazó y tuve que parir a base de gritos a una niña que se resitía a salir, con el miedo de que también ella pudiese tener algún problema. Incluso le llegamos a contar los deditos de manos y pies en el mismo paritorio.  Y fue un bebé tan bueno…de esos que piensas que no existen, que sólo comen, duermen y sonríen. 
 Ya comenté en otro post, al hilo de los hermanos de niños con discapacidad, que ella, sin saberlo, fue fundamental durante los complicados meses que vivimos de diagnósticos y pruebas médicas de su hermano mayor. «Esos principios de» que todos los padres con niños con lesión cerebral sufrimos, y que son tan tremendos, pero que al final pasan. Y ella nos lo puso muy fácil, muchísimo.
Mediana da de comer al mayor   Ha hecho sacrificios sin saberlo. Ha renunciado a tiempo de brazos, de mimos, de cariños…a su lugar de hermana pequeña porque desde el primer segundo en el que irrumpió en este mundo con un leve llanto, ya estaba destinada a ser la hermana mayor. Apenas ha tenido tiempo de demostrarnos sus primeros logros. No recuerdo cuando se sentó por primera vez, ni cuando empezó a hacer cucamonas, ni su primera palabra, ni cuando comenzó a andar, con cuántos meses le salieron sus primeros dientes…
  ¿Si me siento mala madre por ello? Cada día. Su padre y yo. Tenemos ese sentimiento de abandono clavado, bien en el fondo, esa sensación de no haber estado ahí para ella, en cada segundo, en cada momento…
   Pero con tiempo y mucho esfuerzp hemos conseguido darle su equilibrio, su lugar, ese que nunca ha reclamado, pero que es suyo por derecho: es la niña, nuestra niña. Es la alegría, la generosidad hecha personita, con mucho carácter, eso sí. Complicado, ya lo creo. Y cada día más (tendrá a quién parecerle…)
   Siempre será la mayor, eso es un hecho, y lo sabe. 
   Es protectora, maternal, y jefa, y mandona, muy mandona.
   Besucona, cariñosa hasta el límite más almibarado que puedas imaginar. Una lapa, una extremidad más a sumar. 
   Pero ella es así.
 Una explosión de energía, de sinceridad, de imaginación, de responsabilidad, de ternura. de madurez…
  Un elemento fundamental en el funcionamiento de nuestra familia. Es la que, tan pequeña como es nos descarga de responsabilidades. La que le cambiaba el pañal a su hermano de 3, cuando ella apenas tenía 5 años. La que de repente prepara el sandwich o la leche de la merienda para todos, subida a ese taburete del que cualquier día se va a caer, porque apenas llega al microondas. La que enseña a su hermano pequeño cómo lavarse, y le regaña porque no recoge, aunque ella sea el desorden en carne y hueso. La que aplaude cada uno de los logros de su hermano mayor como si de una fiesta se tratara, y luego lo comparte en la asamblea de su clase para que todos lo sepan. La que le pide a los Reyes, o en sus oraciones por la noche, que su hermano mayor consiga hablar, así, de forma espontánea y natural.
   Esa es mi mediana.
   Eternamente en deuda contigo.
   
   

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