Uno de los recuerdos que tengo ligado a mi infancia es salir los fines de semana con la bicicleta. Mis padres nos llevaban a mi hermano y a mí a practicar para aprender a montar, después ya era casi casi tradición salir un ratito, y, por supuesto, llevarlas a cuestas en el coche cuando íbamos al pueblo a ver a los abuelos.

No es que yo haya seguido practicando mucho más, pero sí forma parte del imaginario de mi crianza. Y constato que es cierto que nunca se olvida ya que últimamente tuve que coger una y con mayor o menor destreza pude dar unas vueltas…

#Lade10 se lanza con cualquier reto y disfruta con todo lo que implique deporte y movimiento, y la bici no iba a ser menos; enseguida aprendió a montar sin ruedines.

Sin embargo #Elde7 es todo lo contrario. Es un niño al que practicamente hay que obligarle a caminar. No quiere extraescolares que impliquen nada físico, salir a pasear con la perra es un suplicio, o con la pelota, o llevarlo en verano a natación. Y ya si os digo la bici, la tragedia está servida.

Se trata de un problema de confianza, siempre. No sabe gestionarla y nosotros tenemos que manejarlo porque desde luego la solución no pasa por «¿no quieres moverte ni intentarlo?, pues vale«, no.

El año pasado el día de la bicicleta en el colegio fue un calvario porque tan solo dos o tres niños fueron sin ella. Se negó, en rotundo. Además, alguna que otra vez sus amigos lo llamaron para ir a una placita que tenemos cerca y claro, él tuvo que decir que no. Pese a insistir en que no le gustaba sabemos que bajo ese escudo de «no me gusta y no tengo que hacerlo» había mucho más.

Así que ahí fue cuando decidimos tomar medidas: todas las semanas iba a salir dos o tres veces para aprender a manejarse bien. El trato fue que en cuanto supiera ya no tendría que hacerlo más. Y bueno, no exagero si os digo que cada salida es un trauma, pero cuando regresa siempre lo hace feliz, riendo, contando sus avances. Así que sí, en su caso es cuestión de actitud.

Desde que se ha quitado los ruedines todo ha cambiado. Tenéis que verlo, ha superado un bloqueo que lo tenía estancado. Y eso ha sido gracias a la persistencia de su padre y a su hermana que lo ha acompañado cada día…

Y vosotros diréis, «¡pero qué empeño en que aprenda!«. Pues sí, pero es que cuando tu hijo es sedentario hay que tratar de encontrar el modo de cambiarlo. Y qué mejor manera de hacer una actividad en la que pueda salir acompañado de su hermana y su padre un ratito.

Es una de las actividades más completas que puede realizar un niño (y un adulto).  Se trabajan todos los grupos musculares, aumentan la resistencia física, desarrolla la coordinación y el equilibrio. Y todo esto influye en el desarrollo intelectual al mismo tiempo que se divierte. Reporta por lo tanto beneficios físicos y psicológicos.

 

BENEFICIOS 

Es una actividad de bajo impacto articular que aumenta la resistencia física y la resistencia  a la vez que juega y se divierte

Se pueden prevenir gran parte de los problemas físicos y enfermedades derivados del sedentarismo y la obesidad infantil, un gran problema que ya ha llegado a nuestro país.

Ayuda a que el organismo del niño consuma el exceso de grasa producido por una mala alimentación

Ayuda a reducir la ansiedad en niños muy activos

Fortalece la musculatura lumbar y mejora la posición de la espalda

El ejercicio físico al aire libre ayuda a fortalecer el sistema inmunológico

Es un gran ejercicio para la piscomotricidad, los reflejos y la capacidad de reacción.

 

BENEFICIOS PSICOLÓGICOS, EDUCATIVOS Y SOCIALES

La actividad física ayuda a un mejor rendimiento académico y mayor facilidad de aprendizaje

Mejora la confianza, experimentando sensaciones de logro

Ayuda a sensibilizar sobre los medios alternativos de transporte en ciudad y la sostenibilidad 

Es un deporte barato, y se puede practicar en cualquier parte

Refuerza los lazos familiares al compartir una afición, creando vínculos más fuertes entre padres e hijos

Se disfruta de la Naturaleza y aire libre dejando las pantallas a un lado.

Permite aprender a trabajar en equipo.

Así que en resumen, es un deporte buenísimo y lo más importante, también es juego. Los peques pueden pasear, hacer carreras, subir cuestas, bajar cuestas…solos, con familia o amigos.

 

 

 

 

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