-Madre del amor hermoso, que nos hemos equivocado de parque…
-Pero ¡qué dices!, ¡¡si estaba segura de que era este!!
-No pasa nada, vamos a ver dónde está esto…vale, en la otra punta de Madrid. Según la señorita (Tom Tom), llegamos a las 10’54 y la carrera empieza a las 11.
-¡Uf, por los pelos!
-…y luego hay que aparcar y ver dónde es…bueno, no nos pongamos nerviosos.

– Grgrfgrfgfrg

-¿Qué pasa mami?
– Nada cariño que mamá se ha liado.
-¡Uala, qué velocidad! (si hay alguien de la DGT tranquilos, no era para tanto)

  Y todo esto cuando tras casi una semana escuchándoles preguntar «¿Cuánto queda para la carrerabenéfica? (así, todo junto)», veía que lo mismo no llegábamos, y un sudor frío me recorría todo el cuerpo.

  Lo fantástico que tiene Twitter, salvando la locura que supone tratar de hacer un mínimo seguimiento de la actualidad, es que entre la cantidad ingente de información que se maneja, de repente te encuentras con un mensaje anunciando la carrera benéfica de Menudos Corazones, y te pones a investigar a ver que se cuece. Para los que no la conozcáis, se trata de una asociación que trabaja para mejorar la calidad de vida de las personas con una cardiopatía congénita y de sus familias
   Entonces se te remueve algo, y piensas, «¿Y si apunto a los niños?» y sigues pensando más «¿Y si también apunto al de 7?». Y así lo haces, emocionada, porque con este proyecto tan fantástico consigues 
1.- Planazo familiar para el domingo por la mañana
2.- Aprovechar un evento lúdico-deportivo para generalizar programa de estimulación del mayor, que incluye aprender a correr.
3.- Enseñarle a la Triada que estas iniciativas son estupendas, porque con poco se puede ayudar a muchos.
4.- Introducirles en el mundo de la competición y el ambiente de las carreras.
  Y creo que lo conseguimos todo.
   Pero vayamos por partes.
  Tratar de explicarles en qué consistía la carrera que iban a correr el domingo no fue cosa fácil, especialmente para el de 3 por razones obvias, pero la idea de que iban a echar una carrerita, que mamá y papá les iban a acompañar y que iban a ganar una medalla, la entendieron a la primera y, además del cumpleaños de una amiga del pequeño, fue el otro tema estrella de la semana.   

   -«Y mami va a correr con vosotros»
   -«Pero para eso tendrás que comprarte unas zapatillas de correr, mamá. ¿Ves? Es esto que llevo yo…»
   -«Sé lo que es hija, gracias, y ya tengo unas » -le contesté entre avergonzada y más avergonzada aún.

   Y ahí estaba yo, metiendo en la lavadora unas zapatillas usadas poco más que para sacar a la perra en alguna que otra ocasión, buscando unas mallas a media pierna (que juraría que tenía), y alguna camiseta «deportiva» que me tapara las cartucheracas. Qué emoción…
   Pero entonces, en mi delirio de verme corriendo esos 300 metros de recorrido como una auténtica campeona, aparece mi señoresposo diciéndome que él va con los bermudas y unas bambas, derrumbando mi imagen deportivo-onírica, despertando la vergüenza que había perdido en mi ensoñación (¿Qué pintaba yo toda puesta para acompañar a los enanos a correr 300 metros?)
   Total, que tras encontrar el camino, preguntar e ir volando, casi literalmente, llegamos en el preciso instante en el que estaba comenzando la salida de los menores no acompañados.
 Así que, dorsales en mano porque ni tiempo tuve de engancharlos, cogimos posiciones y allá fuimos.  Preparados, listos…¡ya!
Carrera-benéfica-infantil-Menudos-corazones-Ikea
   El de 7 y el padre a la suya, con su peculiar forma de correr, y he de decir que el campeón sólo se cayó una vez!! Ole por tí.
  La mediana cogió carrerilla y se marcó un sprint de auténtica profesional, con una cara de satisfacción que llenaba la pista. Pero, ¡qué bonita es!
   Y el de 3, cuando vio la movida, me soltó la mano, apretó los puños y con todo el impulso del mundo se dedicó a dar las mejores de sus zancadas, súper concentrado. En ese momento, me dio la risa floja al verlo, hasta que, a tres metros de la línea de meta va y se para: «Ya no quiero más». Así que lo levanté, lo acerqué un poco y al jalearle se volvió a venir arriba y entró. Eso sí, no quiso saber nada de la medalla porque «ya tenía una de Tenis«. Tócate la flor.
Avituallamiento-Carrera-niños-Magdalenas
En fin, que todos con su medalla, su avituallamiento (agua, batido de chocolate y unas magdalenas que quitaban el hipo), más felices que unas perdices, ya estaban preguntándome que cuándo íbamos a correr otra carrera benéfica, porque había sido estupendo y querían ayudar a más niños.
   Y así, con 40 minutos para llegar, cinco minutos para correr y quitar la sed, y otros 40 minutos para volver, transcurrió nuestra Primera, que no última participación.
   Lo mismo a la próxima me animo…
   Ja, ja, ja, ja,…ay…

 

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