A ver, recién llegada a Melilla, una de las cosas que más había añorado era, sin duda, su gastronomía con influencia árabe. Quienes hayan tenido el privilegio de pasar por aquí me entenderán. Por eso, la primera tarde que salíamos, la visita obligada -porque no di oportunidad de rechistar a nadie- fue a Los Arcos, un bar situado al ladito de la Iglesia del Sagrado Corazón.
¿Y por qué? Por romanticismo, pero no en el sentido amoroso del término, sino romanticismo por ser el primer lugar donde probé el Té de hierbabuena y los deliciosos pañuelos y jeringos.
No fue fácil. Por más que les vendí la historia como una aventura de comilona sin igual, que no iban a olvidar en sus vidas, la emoción y la excitación de la novedad, además del cansancio evidente les podía.
Pero allí planté a la familia, dispuesta a recrear tantas tardes -aún a la fuerza, menuda soy- esta vez rodeada de chaveas (aquí, como véis sumergida totalmente hasta en el léxico).
Y venga,
– ¿Qué os pongo?
– Un batido
– Yo agua
– ¿No quieres batido? Mira que nos conocemos y vas a querer el de tu hermana luego.
-¡Qué no, que quiero aguaaa!
– Pues dos batidos, un agua, dos Tes y tres pañuelos. Con chocolate, así, como para una boda.
– A ver cariño, ¿tres no serán mucho?¿Y con chocolate? Que a mí no me gusta.
– Nada, nada, que son tres niños y yo. Ya verás como encima falta.
Y al rato:
– ¡Quiero batidoooo!
-¿Lo ves? Es que lo sabía. Pues ahora te aguantas.
– ¡Quiero batido! ¡Buaaaa!
– No pasa nada mamá, yo lo comparto.
La memoria es efímera. Mucho. Mi recuerdo acerca de las cantidades es cierto que se tambalea. Y sí, algo impulsiva y con el ansia.
Así que, cuando llegaron las viandas me entraron agonías y fatigas varias sólo de ver los platazos.
Los pañuelos (Msemmens) son un tipo de crêpe o pan plano elaborados con sémola de trigo duro, harina de poca fuerza, sal, levadura fresca, aceite y agua. No es un dulce lejos de los que se quiera pensar y se presenta recién hecho. Al comerlo se ve que se ha estratificado la masa y está compuesta de diferentes capas. Al ser de sabor neutro admite cualquier condimento, pero claaaaaro, llega la enferma y pide chocolate, ahí. a dolor. (La receta si os atrevéis la encontraréis aquí)
A los niños les encantó, a los tres, y sí sobró uno.
No hace falta decir ni explicar el resultado de la combinación Niños + chocolate en cantidades industriales + boca pequeña + trozos gigantescos.
Sólo decir que me quedé sin toallitas, sin agua, servilletas, ni nada susceptible de limpiar morros, manos y ropa. Aún no entiendo cómo pudo acabar el chocolate en el ombligo y los tobillos del pequeño, pero lo hizo.
Lo bueno, que no volvieron a tener hambre hasta bien entrado el día siguiente.
Lo malo, las dos lavadoras posteriores y mi orgullo herido.
Aunque he de decir que la emoción que me embargó en ese instante de volver a deleitarme con un sorbo de Té de hierbabuena dejó atrás cualquier agobio de niños chillones y espitosos. La verdad sea dicha.
Próxima parada: una de jeringos (Baghrirs o crêpes milagujeros), pero esta vez, con más moderación. (Receta aquí)
Yo los pañuelos no los conocía..Pero esos tés a la menta, o hierbabuena que dices tu, me están dando una envidia… Yo los probé en Marruecos y desde entonces hacemos en casa, aunque no se porqué pero no es lo mismo!! Las caras y las manchas de los niños dicen que están muy buenos los pañuelos, pintaza la tienen y los jeringos también!! Besos
Yo los pañuelos no los conocía..Pero esos tés a la menta, o hierbabuena que dices tu, me están dando una envidia… Yo los probé en Marruecos y desde entonces hacemos en casa, aunque no se porqué pero no es lo mismo!! Las caras y las manchas de los niños dicen que están muy buenos los pañuelos, pintaza la tienen y los jeringos también!! Besos
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