«No voy a poder con este encierro»

Yo te digo que sí vas a poder. Te lo prometo.

Te entiendo, de verdad que te entiendo.

No estás acostumbrado a pasar tantas horas en casa sin poder salir; tus hijos nunca han estado un fin de semana sin pisar un parque, sin dar una vuelta con la bici, sin ir a la plaza, sin ir a un museo o realizar excursiones. No concibes el no poder salir a correr, ir al gimnasio, salir a tomar algo con los amigos. Ahora la casa se te cae encima.

«Pero no voy a poder con esto»

Sí, si vas a poder. Sé que no es fácil, para nada. Es duro, es incómodo, genera malestar, ansiedad. La incertidumbre es una carga mental tremenda que no nos deja desconectar. Habrá días que llores, que grites, que tengas discusiones, peleas por todas partes. Mis hijos, sin ir más lejos esta mañana han estado al borde de tirarse de los pelos y ahora no se hablan, pero sé que en cosa de unas horas estarán jugando o riendo o con sus cosas que yo no entiendo pero les hace reír.

Llegará un momento, en un instante concreto, si consigues organizar una rutina, por pequeña que sea, en el que todo se percibirá con menor angustia y cierta «normalidad». Llevo viviendo esta situación 12 años y puedo contarte que se acaba gestionando, mejor o peor, pero se gestiona y se sale.

Nosotros salimos poco, poquísimo. Puedo contar con los dedos de las manos las veces que hemos hecho salidas extraordinarias que no impliquen compra o centros comerciales (cuando era pequeño, ahora es inviable). Nuestras escasas incursiones deben ser planificadas, con los dos adultos presentes sabiendo que si hay momento de crisis podemos manejarlo y/o volver a casa. Paso largas temporadas con mis hijos sola, sin mi marido y eso hace que esté más limitada aún, como ahora. Y aquí estoy, he sobrevivido.

Los peques se aburren y Rodrigo, especialmente él, lo está acusando. No entiende qué pasa, porqué no hay colegio, y es lo que le da vida. Es lo que más me preocupa, su bienestar, porque los otros dos son más mayores y necesitan menos supervisión, aunque siguen despertándose a las cinco de la mañana y los días son eternos, largos, inacabables. Así que el cansancio ya es bastante obvio en todos.

Como yo, muchos enfermos crónicos, o con EERR para los que permanecer en casa es una obligación impuesta, porque están inmunodeprimidos, porque no tienen fuerzas para caminar, porque el dolor les incapacita. Y siguen al pie del cañón día tras día, mes tres mes. Un buen momento para ponernos en los zapatos del otro y tratar de entender mejor tantas y tantas situaciones e historias que nos rodean. Yo veo esto como una oportunidad de reflexión, de valorar lo que importa, lo que es imprescindible y lo que no, lo importante que es el concepto de comunidad y apoyo, y como decía el otro día de darle cuerpo y entidad reales a una palabra como es la solidaridad

Las redes se han llenado de personas ofreciéndose a apoyar, haciendo la compra, asesorando, haciendo pequeñas consultas médicas, terapias…. Esta es la parte de la sociedad que me gusta ver, que necesitábamos ver, que se despertara.

No os imagináis la de mensajes de gente que se está ofreciendo a buscarme pañales, comida o ir a la farmacia. No solo amigos o conocidos, bloggers, gente que me sigue en IG, padres del colegio, incluso de ex alumnos con los que no tengo contacto desde hace cinco años. Es emocionante, de verdad.

Es de recibo hacer lo propio. Yo no puedo ofrecerme a hacer compras por ejemplo, pero tengo mis redes, mensajes y teléfono si lo necesita alguien para desahogarse, conversar, intentar encontrar una solución a su desasosiego y ansiedad.
Y es un ofrecimiento real.

Porque es el momento para ser de verdad una comunidad, una sociedad que se une en tiempos complicados.

Estad atentos a esos vecinos, conocidos (o no), personas mayores, enfermas, solas, con niños muy pequeños… que puedan necesitar de un recado, que le cambien la bombona de butano, les laven el pelo, los lleven al centro de salud porque necesitan un tratamiento específico, hacer la colada, llevar un tupper…

Hay pequeñas cosas que antes nos parecían insignificantes pero ahora pueden suponer un mundo para muchos

Prefiero quedarme con esos gestos y olvidar que hay gente que sigue saltándose las recomendaciones y poniendo en peligro a otros. Siempre estará esa cara del egoísmo presente…Así que insisto, me quedo con lo bueno.

¿Qué puedo deciros? Que encontréis la manera de establecer una rutina, para vosotros y vuestros hijos; que os vistáis todos los días; que no os obsesionéis con organizar el día entero a los niños (aburrirse es bien), y que busquéis la manera de desconectar aunque sea un rato con series, un libro, la radio… por salud mental.

A mí me cuesta, aún no tengo un horario y el caos gobierna mi casa, además de que los ansiolíticos vuelan. Pero sé que conforme pasen los días irá a mejor, yo estaré mejor y ellos también. El ser humano es adaptativo, la historia lo ha demostrado. Así que confía en mí cuando te digo que sí vas a poder. Piensa en lo que vas a tener oportunidad de hacer, y agradece -si es tu caso- el poder contar con compañía o ayuda. Otros no tienen (tenemos) tanta suerte. Pero sí vas a poder.

Y como mantra de relax te dejo a este pequeño ser que en estos momentos tiene su vida del revés….

 

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