Hace unas semanas, tuve ocasión de participar en una mesa redonda dentro de las actividades organizadas por el rastrillo Nuevo futuro debatiendo sobre Las redes sociales como herramientas de inclusión.

Una de las problemáticas que su presidenta, Miriam Poole nos compartía como elemento de reflexión, estaba directamente relacionada con las dificultades de manejo, de falta de responsabilidad y comprensión de lo que supone entrar en el mundo digital sin conocer los riesgos, los límites, y por contra, desconocer sus virtudes y oportunidades.

Hacía referencia concretamente a los menores que se encontraban bajo la tutela de las diversas casas de acogida que conforman la asociación, y alzaba la voz de alarma demandando formación y ejemplos inspiradores, «influencers» reales y coetáneos, con valores, para poder trabajar con estos niños y adolescentes que se habían introducido de lleno en este mundo pero de la manera equivocada.

Así, aunque la mayoría de ellos sabían manejar las distintas rrss existentes no lo hacían de la manera correcta, siendo algunos víctimas de engaños, abusos e incluso habiendo, algunos de ellos, caído en redes de prostitución.

Hoy en día utilizamos las redes sociales (rrss) como forma de ocio, para obtener información, estar al corriente de la actualidad, como herramientas de marketing, de comercio, para establecer contactos profesionales, e incluso para formarnos.

Pero son algo más, porque para determinadas personas y determinados colectivos éstas se han convertido en herramientas de inclusión, abriendo puertas que muchos desconocían que se encontraban a su alcance.

Personas con discapacidades varias, menores que se encuentran dentro del sistema de protección, personas de la tercera edad, colectivos en riesgo de exclusión social, incluso personas con un marcado carácter introvertido y problemas de socialización han encontrado en estas estructuras virtuales una oportunidad para lograr una plena participación en la vida social.

No nos engañemos, nos encontramos desde hace ya años sumergidos en una era digital y éstas se han convertido en elementos indispensables en una sociedad del conocimiento. O al menos para una gran mayoría de la población.

Cuando no hay acceso a estas tecnologías por las razones que fueren, se produce una brecha digital que puede conducir a la exclusión, lo que incrementa la posibilidad de que determinados colectivos ya vulnerables acaben siéndolo más aún. Y aquí es necesario señalar que, los derechos a la información y a la educación -digital en este caso-, chocan frontalmente con esa falta de oportunidades que por determinadas circunstancias les han tocado vivir.

Bondades de las redes sociales.

Las utilizamos de una manera tan rutinaria, están tan integradas en nuestro día a día, en nuestra experiencia que no somos conscientes de todo lo que pueden llegar a aportar:

  • Ayudan a la integración social de muchas personas con las mismas garantías que el resto.
  • Mejoran las oportunidades de inserción laboral. Hoy, sin ir más lejos, solo hay que echar un vistazo a las ofertas de empleo para ver que los requisitos manejo de TIC’s, de rrss, ya son competencias tan habituales como otras. Permiten, además, conocer el mercado de trabajo, mostrar perfiles con nuestras competencias para llegar al mayor número de empresas, proyectos y empleadores posibles, algo que, de otro modo no sería posible con el mismo alcance.
  • Ayudan a socializar. Sí, es cierto que de manera diferente, que nunca van a sustituir al contacto que implica un cara a cara, una relación 1.0, pero, al final no dejan de ser oportunidades para observar e interactuar. Pensemos, por un momento, en todas aquellas personas que no puedan desplazarse, o salir de sus casas, o centros, incluso hospitales…Las rrss son una manera efectiva y válida, como cualquier otra, para romper esas limitaciones. O personas con problemas de relaciones sociales que puedan vencer momentáneamente esa dificultad para interaccionar mientras, paralelamente se trabajen la timidez y esas dificultades emocionales con la ayuda de profesionales, algo que es indispensable e insustituible y no admite discusión.
  • Fomentan y enriquecen el diálogo, permitiendo expresarse de manera más cómoda especialmente a aquellos con algún tipo de dificultad.
  • Constituyen conexiones con personas, asociaciones, grupos…generando redes de apoyo, formativas, educativas, sociales o profesionales entre otras.
  • Permiten trabajar y desarrollan determinadas competencias como:

– compromiso y esfuerzo para llevar a cabo un uso racional de las mismas

-respeto y comprensión acerca de la importancia de preservar la privacidad de otros

-tolerancia a la frustración (y aquí es evidente que se encuentra el problema que implican número de seguidores, likes y falsas expectativas)

-autonomía

-eficiencia en la gestión del tiempo y del uso

-destrezas digitales

Esto suena alarmante, pero no es más que un reflejo de la inevitabilidad de usarlas en estos tiempos, y por otro lado la reivindicación de la urgencia de formación en competencias digitales como elemento educativo transversal desde los centros escolares, familias, tutores, etc. Es una necesidad imperiosa que se manifiesta cada vez más, y que además de prevenir potenciales riesgos, fomentará todas esas virtudes de las que he hablado que también son una realidad.

¿Qué hace falta para que el uso de las rrss sea efectivo?

Se resume en:

  • Formación digital
  • Modelos y personas de referencia
  • Tener acceso y oportunidad para llegar a utilizar esas herramientas. Muchas asociaciones y programas trabajan creando espacios donde poder aprender y utilizar las nuevas tecnologías favoreciendo el acercamiento a colectivos con dificultades.
  • Trabajar en hacerlas accesibles para todos (accesibilidad social, cognitiva, material,  física…

¿Qué podemos hacer y por qué debemos actuar?

Todos, absolutamente todos deberíamos tener los mismos derechos y oportunidades. La realidad sabemos que es la que es, pero no podemos esperar que cambie sola. Como no son las mismas, como las desigualdades existen, podemos aumentar las posibilidades de acceso y facilitarlo a otros:

  1. Mejorando la accesibilidad mediante los textos alternativos en imágenes, subtitulando vídeos, posibilitando la lectura fácil, etc…
  2. Ofrecer nuestra ayuda de la manera que esté a nuestro alcance. Hay muchísimas opciones, incluso mediante nuestras propias redes, en nuestro entorno…
  3. Dar cabida en nuestras redes, blogs, canales a esas voces silenciadas o desconocidas. Tenemos la capacidad y los medios para hacernos eco de problemas de índole social que apenas se conocen y lograr el apoyo colectivo.
  4. Acompañar a nuestros hijos o en su caso alumnos en este aprendizaje. Es indispensable, fundamental y una obligación.

Soy fiel defensora de las redes, no es un secreto. Y mi propia experiencia me ha llevado a divulgar sus bondades porque a mí, personalmente me ayudaron en momentos de soledad. Fueron un medio para conseguir un fin. Y sin perder nunca de vista la realidad, la importancia de las relaciones humanas, pueden ser motor de inclusión y cambio para muchísimas personas.

Imágenes de ponentes mesa redonda del rastrillo Nuevo futuro sobre redes sociales e inclusión

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