Pues ya estamos en octubre. AL FIN.

Sí amigos, porque las jornadas reducidas y maratonianas de septiembre son inhumanas. Lleva a uno a una hora, espera el autobús, corre a casa -literalmente-, revisa en cinco minutos que los otros estén listos, llévalos al cole, saca a la perra, trabaja, recoge, compra, comida, -ups, que ya es la hora- recoge a dos, vete a casa, sal de casa, espera el autobús que no llega bajo un sol de justicia, vuelve a casa, tiempo muerto que no da para nada hasta que toca llevar a la mediana al entrenamiento…y así unas risas durante las tres semanas y media de un inacabable septiembre.

Esta desestructuración horaria se suma al descontrol con el que llegan del eterno verano. No es fácil pasar de un día a otro del asalvajamiento más absoluto a volver a tener horarios pautados, deberes y ciertas obligaciones.

No lo es para la mediana y el pequeño pero tampoco para Rodrigo.

Con él debemos tener mucha más preparación y estructuración dado que los cambios y las rupturas de rutinas las gestiona bastante mal, cosas de la rigidez cognitiva y del autismo.

Ahora bien, si os soy honesta creo que este año ha sido por un lado el verano menos angustioso – y ojo porque ha sido agotador, imaginad los previos-, y la entrada de curso más adaptativa con diferencia.

Lo cierto es que la experiencia es un grado, eso es una realidad universal, y nada como aprender de los errores para trabajar en las líneas que sabemos nos van a dar resultados.

Ha sido maravilloso cómo Rodrigo ha vuelto a clase, a los nuevos horarios, a un autobús diferente (que no creáis, le genera mucho estrés que éste varíe), cómo ha aceptado profesores nuevos sin problemas y cómo las esperas en semáforo y parada son mucho más tranquilas.

Os cuento.

Horarios

Este verano Rodrigo dio un salto cualitativo a nivel de interacción social con sus hermanos. Pasó de cenar y acostarse corriendo, sin dar tregua a nada más, a cenar y sentarse a ver una película con ellos cada día. Es más, si alguno de ellos tenía sueño y se acostaba Rodrigo lo llamaba con un gesto y un grito insistentemente. Ni que decir tiene que su padre y yo cada noche hemos destilado amor por cada poro…

Lo que hicimos fue acortar esas estancias frente al televisor de manera progresiva, cada día un poquito menos. Después los «invitábamos» a los tres a ir a su habitación aunque no tuvieran sueño para leer o hablar o lo que fuera.

Posteriormente esas sesiones cinéfilas se redujeron a viernes y sábado. Y la semana previa a las clases se marcó el toque de queda en las 21’00 (no olvidemos que estas criaturas madrugan muchísimo).

Así hemos regulado horarios estupendamente, sin dramas y Rodrigo, de nuevo, ha encontrado su propio patrón.

Hora del baño

Sí, es verdad que este tema en verano ha sido un poco «a lo que surgiera», porque entre piscina y rebozamientos en el césped / arena varios, la ducha era algo que surgía cuando surgía, por la mañana, a medio día, a media tarde o antes de cenar.

Un par de semanas antes de comenzar las clases ya pasamos a retomar la rutina ducha-cena, siempre anticipando orden verbal («Rodri,  vamos a bañarte») y mostrando el pictograma oportuno:

Pictograma bañera ARASAAC. Trabajando rutina escolar

Es súper gracioso ver cómo deja lo que está haciendo, da un respingo y sale escopetado hacia el cuarto de baño. Se quita calcetines, pantalón y pañal, y porque no sabe quitarse nada más. Y si te descuidas se te mete vestido dentro…

Horario de comidas

Esa es otra, porque las comidas en verano son ese cajón desastre en el que caben desde picnics, picoteos, comidas llamémoslas poco nutritivas, improvisaciones…dependiendo de dónde esté uno y las horas que hayan pasado a remojo.

Así que volvimos a pautar horas de comidas (aunque en el colegio comen muchísimo antes) y las cenas, los tres juntos en cuanto su hermana vuelve de entrenar. Las comidas las hacemos juntos en familia los fines de semana, pero las cenas resulta imposible porque conforme avanza el curso y comienzan a estar más cansados la demandan antes. De hecho hay días que a las siete y media ya están suplicando que les ponga el plato…

Sacar a la perra

Esto, que tanto le gusta a Rodrigo ha estado en stand-by este verano, sobre todo porque el calor no invitaba a dar paseos y las horas en las que su padre salía eran horas en las que el peque no estaba muy por la labor.

Pero… ha sido bajar las temperaturas y aprovechar para volver a introducir esta rutina que tanto le aporta. Kiara entró en nuestras vidas por Rodri y a él salir con su padre y con ella le da la vida. Solo hay que decirle «Rodrigo, nos vamos a la calle con Kiara», para que coja las zapatillas y la correa de la perra, y si me apuras las llaves, las gafas, el bolso y abra la puerta!

Ahora no hay día en el que lo pida, y si por lo que sea no puede salir se asoma a la ventana esperando a que su padre aparezca…

Anticipación de la vuelta al cole

Eso lo hemos trabajado hasta la saciedad: contar -hasta saturar- que vuelven las clases, que va a volver al colegio, que va a tener profesoras nuevas porque Lorena va a tener un bebé y este año no puede estar. Le sacamos la mochila días antes y la dejamos en su percha para que la fuera visualizando, al tiempo que le recordábamos que iba a volver a ver a sus compañeros de clase.

Nunca estamos seguros de qué entiende y qué no, pero también somos de la opinión de que hay que hacerlo porque al final son palabras sueltas las que Rodrigo va integrando y va contextualizando, y de algún modo se construye su realidad, una realidad que comprende y que no le resulta ajena. Así que seguimos apostando por darle toda la información verbal (y visual) siempre que podemos.

Anticipación del camino a recorrer hasta llegar a la parada del autobús del colegio

Este es uno de los puntos de conflicto: la parada de la ruta. Ya son años haciendo el mismo trayecto y esperando en el mismo sitio, día tras día, pero sigue generándole estrés y ansiedad. No por ser «la parada» en sí, sino porque implica salir a la calle, encontrarse con gente, esperar semáforos, los sonidos de una carretera con mucho tráfico, el esperar en una zona de intercambiador de autobuses… La hipersensibilidad de Rodrigo y su rigidez cognitiva hacen que tanto el entorno como cualquier elemento cambiante le resulten de un disconfort enorme, generando situaciones de crisis brutales.

Nos resulta cada vez más complicado manejarlo porque su tamaño cada vez es mayor, al igual que su fuerza. Cuando se tira al suelo, cuando te da cabezazos, cuando no quiere moverse…es todo un reto.

¿Y qué hacemos?

Pues lo primero recorrer el camino, aprovechando que toca paseo con la perra, sino no hay manera (Rodri no entiende el concepto «pasear», sin más intención; debe haber un destino final, un objetivo), mientras le recordamos que es el itinerario para coger el autobús de la ruta.

PIctograma de un niño paseando, un autobús y un colegio para trabajar la anticipación de rutina escolar

Después está el tema semáforos que no entiende, pero ahí andamos, con el tema rojo «ahora no», verde «ahora sí», mientras lo agarramos fuertemente.

Y lo mejor de lo mejor, haber tenido la opción de trabajar esa espera y la anticipación con la nueva escena «calle ruidosa» de la aplicación VIRTEA, de la que ya os hablé hace unos días.

Para muestra un botón, MIRAD cómo espera…

Imaginad lo que es esa carretera, con coches sin parar, parada de autobuses, parada de metro y metro ligero…Es un ir y venir constante de multitudes, muchísimo ruido ambiente…y la espera en el semáforo ahora es así. ¿Lo véis, véis qué tranquilito??

Nos queda mucho que trabajar en este aspecto, pero lo cierto y verdad es que el inicio del curso ha sido tan bueno, que se respira calma en casa y eso que las primeras semanas entre los libros de texto, material, cuadrar horarios suele ser el caos de los hogares que en nuestro caso, junto a Rodrigo, crea un clima bastante tenso. Pero este año amigos, ese elemento se ha sacado de la ecuación y se respira, se respira más tranquilidad, por lo que él está infinitamente más contento, y nosotros ¿qué decir? mucho más relajados.

No hay fórmulas magistrales para introducir en la rutina a vuestros hijos con o sin discapacidad, es cuestión de valorar vuestras necesidades, ir realizando pequeños cambios y estableciendo pequeños objetivos.

Y vuestro inicio de curso, ¿qué tal ha sido? Contadme

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