A veces ves una película que te emociona. Y lo hace de manera que sin darte cuenta te ves secándote las lágrimas, sin poder evitarlo, pero lágrimas acompañadas de una sonrisa.
Y al acabar te queda esa sensación de plenitud, de satisfacción porque has disfrutado y además has aprendido algo, porque el mensaje te ha llegado.
Eso es lo que me ocurrió hace unos días tras el visionado de la película La familia Belier.
Llevaba tiempo queriendo verla. Sabía que había sido un bombazo, pero no había leído crítica alguna, de manera que la imagen que se había creado en mi cabeza era la de un gran drama y, francamente, no me apetecía vivir tristezas ajenas.
Pero al final pudo más la curiosidad y de verdad quedé prendada de toda ella: guión, actores y sobre todo la banda sonora.
La historia gira en torno a la familia Bélier, en la que de sus cuatro miembros todos son sordomudos a excepción de Paula (Louane Emera).
A sus 16 años compagina la asistencia al instituto y los estudios, con el trabajo en la granja familiar, además de realizar todas las gestiones necesarias ya que su papel fundamental es el de traductora y vínculo entre su familia y el resto del mundo.
Con los problemas típicos de una adolescente, Paula ingresa en el grupo de canto escolar llevada por los primeros amoríos, de manera fortuita, donde su profesor descubrirá que tiene un don para la música.
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Ante la oportunidad de presentarse a un concurso donde el premio es una beca para estudiar en París, Paula duda, y oculta su sueño en un afán de proteger a los suyos, algo que da la sensación que trata de hacer constantemente, a pesar de su juventud.
A partir de ese momento comienza una historia de maduración, de crecimiento personal y de lucha interna entre lo que realmente le apasiona y su compromiso con su familia.
Esta pasión le crea no pocos conflictos a unos padres que ven el futuro de Paula como una amenaza a su conexión con el entorno y como un elemento de ruptura familiar.
La película está plagada de situaciones hilarantes, muchas de ellas protagonizadas por los padres, que son una fuente de energía y fuerza y están inmensos en sus respectivos papeles. Hay escenas en las que la carcajada está asegurada y sin forzarla, ya que son situaciones tan cotidianas que es precisamente lo natural lo que nos fascina.
Reseña-películas-diversas-Madresfera-intérprete-signos-sordera-discapacidad-lucha-Madresfera-blogEs la historia de la superación más absoluta. De un padre, dedicado a la producción de quesos y leche que, a pesar de todas las dificultades, decide presentarse a las elecciones para la alcaldía del pueblo, dado que el regente es un individuo negligente, falto de toda sensibilidad y empatía e incapaz.
De una familia que supera las miradas de desconocimiento de un pueblo sumido en su propio mundo, en el que la comunidad sorda es algo así como un colectivo desconocido al que tener lástima, menos válido…
De una niña en su camino de ser mujer que asume tareas de adulta, que consigue compaginar todas las facetas de su vida no con poca dificultad, pero con más o menos éxito, que desprende una sencillez, naturalidad e inocencia que sorprenden frente a esos padres tan sexuales (en serio, tenéis que verlos), o esa amiga que alardea de todos los chicos del instituto con los que se ha acostado.
Y toda esta mezcolanza de situaciones encajan de manera perfecta, como un puzzle ideado desde un primer momento que acaba creando un cuadro entretenido y emocionante.
Como anécodota revelaros que tan sólo el actor que hace de hermano es sordo en la vida real. El resto del elenco tuvo que tomar clases durante unos cinco meses, más de cuatro horas al día, y, al final de cada escena los propios profesores de Lenguaje de signos valoraban dichas interpretaciones para conseguir el mayor realismo posible.
Reseña-películas-diversas-Madresfera-intérprete-signos-sordera-discapacidad-lucha-Madresfera-blogPor último, la banda sonora es un descubrimiento. La voz de Louane es hipnótica y la interpretación final en la que acompaña su actuación con la traducción simultánea para que sus padres la comprendan, la «escuchen» pone la piel de gallina.
En definitiva, una película amable, que nos refleja una realidad acerca del colectivo sordo en una sociedad no preparada y carente de intérpretes, y de cómo el querer a la familia no debe ser impedimento ni atadura para cumplir los sueños. ¡Ah! Y os la recomiendo en su versión original. Con la traducción pierde mucho, es así…
¿La habéis visto?

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