Cuando hace cuatro años incluímos a Kiara en nuestra familia no teníamos muy claro cómo iba a afectar a nuestra dinámica familiar.Tanto mi marido como yo venimos de familias en las que los perros han estado presentes durante nuestra infancia y adolescencia. Sabíamos lo que implicaba a nivel de cuidados, de responsabilidad pero también de cariño…y de pena ante su ausencia, y era algo que nos generaba muchas dudas.
Pero, como os comentaba hace unos meses en este post acerca de los perros de terapia, a Rodrigo siempre le habían resultado muy muy interesantes, motivándole y despertando un interés que no mostraba por absolutamente nada más. Así pues, teníamos clarísimo que necesitaba un compañero canino.
 
Nos informamos acerca de los beneficios, y nos habían hablado maravillas sobre los efectos que tenían en el comportamiento de los pequeños con Autismo.
 
 

Durante bastantes meses estuvimos leyendo, mucho, informándonos sobre los beneficios de los perros en las familias, hablando con veterinarios amigos, buscando consejos en algún que otro site de mascotas online como el Portal del Criador, preguntando en redes sociales, a conocidos…
 
 
Y es que no es una decisión que tomar a la ligera. Lo lógico es reflexionar acerca de por qué queremos un perro como mascota, si podemos cubrir sus necesidades, si nuestro hogar es óptimo, si nuestro estilo de vida se ajusta a sus necesidades…
Además, estuvimos informándonos sobre las diferentes razas de perros (nuestra primera opción fue pensar en un perro pastor alemán), pero como ya sabéis, al final su llegada fue algo casi providencial: unos amigos, una camada de labradores mestizos y una cachorrita hermosa. Y así llegó a nuestras vidas.
 
Los inicios no fueron fáciles: no nos conocíamos y como cachorro –muy grande- los destrozos llegaron. Es una perra nerviosa y ansiosa y realmente nos costó manejar ese comportamiento los primeros meses.
Sigue siendo nerviosa pero a otro nivel, y es una perra muy muy afable, inteligente y cariñosa.
Tuvimos que armarnos de mucha paciencia para conocerla, para conocer sus gestos y para aprender qué significaban cada uno de ellos, sus gustos, para que aprendiera una serie de normas básicas, para identificar sus reacciones…
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Infografía de PortaldelCriador.com

Tras estos años nuestro hijo ha ido creciendo en sus estereotipias, sus intereses han ido siendo más restringidos cada vez, su rigidez cognitiva es cada vez más compleja de manejar, sin embargo su actitud hacia su perra es cada vez más sociable y no podemos estar más contentos de la decisión que en su día tomamos.
 
Los beneficios que puedo resumiros han sido:
 
Felicidad. Se ríe a carcajadas cuando la ve saltar jugando, correr, lanzar una pelota, estornudar, cuando se mete debajo de su cama…y esa sonrisa vale oro puro.

Expresión de cariño cuando la busca para acariciarla constantemente y se deja “besar”. Y creedme, no es muy dado a estos gestos salvo conmigo y con su padre.

Desarrollo de pautas de juego. Esto es muy importante dado que se trata de un niño sin intereses lúdicos. Sin embargo disfruta lanzando pelota, recogiendo, dándole otros elementos para que juegue, tirándole de la cola sin fuerza, de una pata…

Expresión oral en un niño que no es verbal. No articula palabra alguna salvo un silabeo que conforma algo parecido a Ma-ma, Pa-pá o A-ta. Este último referido a la perra, a la que llama a gritos.

Establecimiento de rutinas relacionada con el acto de sacarla a pasear que implica:

  • Comprensión oral: “Vamos a sacar a Kiara” o “Vamos a la calle con Kiara”. Esto lo vamos sustituyendo con palabras como perra, paseo, para dotar de mayor contenido su comprensión auditiva.
  • Comprensión visual: al ver la cuerda o su padre cambiado de ropa para salir
  • Una secuenciación de pasos como darnos el calzado para que se lo pongamos, coger el móvil, llaves o bolso del adulto, chaquetón si es invierno, correa de la perra, abrir y cerrar la puerta.

Ejercicio físico. Puede estar paseando con ella fácilmente dos horas. Sin embargo salir a pasear sin un fin por cualquier zona sin perro es inviable.

Mejora a nivel sensorio motriz. En cuanto a motricidad fina, trabajando el coger la cuerda los dedos bien colocados siempre con nuestra mano encima; fuerza dirigida, sujetando con firmeza, hasta llegar a un punto en el que él es capaz de llevarla durante unos minutos y ojo, que pesa más de 40 kilos; modulando también la intensidad con la que la acaricia, ya que al principio le daba muy fuerte y ahora realmente son caricias suaves; sensibilidad y texturas al querer acariciarla (lo que rechazaba al principio), y dejarse lamer…

Interacción social. Es un miembro más de su entorno al que busca cuando llega del colegio, de la calle, antes de acostarse…

Mejora de la deambulación. A pesar de ser un niño con problemas de equilibrio y paso de puntillas, los paseos con la perra le dan cierta seguridad y se cae muchísimo menos.

Mejora de atención. Presta atención a sus gestos, a los juegos, a todas las interacciones que se producen…

Reduce el estrés. Cuando se encuentra ansioso porque tiene algún malestar físico, que frecuentemente suele ser gastrointestinal, el paseo con la perra le relaja y le reduce esa ansiedad. Es fantástico.

Seguridad. Ante el estrés auditivo y visual que le produce el mundo en general, dando como resultado bloqueos emocionales, aislamientos, balanceos…la perra le da seguridad, mostrándose más abierto y flexible.     


Como veis, han sido tantos los elementos beneficiosos y positivos que podría estar enumerando durante horas los beneficios que le ha reportado a Rodri.
Animo a que cualquier familia en la que haya un peque con algún trastorno del Espectro autista o cualquier diversidad funcional, se asesoren con profesionales acerca de la utilidad de las mascotas como compañeros para sus hijos. No os váis a arrepentir.