Considero la práctica de un deporte algo esencial para el desarrollo psicomotriz infantil. Un par de días a la semana, como mínimo.

Mi hijo pequeño no acaba de encontrar aquello que le motive lo suficiente como para crearle un rutina y generarle interés. Tampoco me preocupa en exceso. No ha cumplido los 6 años y tenemos tiempo.
Mi hijo mayor asiste a deporte adaptado los viernes. Su motricidad y su equilibrio no son buenos, pero siempre hemos tratado de que camine mucho y haga todo lo que sus capacidades le permitan.
Mi hija mediana es atlética. Le encanta saltar, no teme probar cosas nuevas, le mueve la superación. Hace un par de años lo intentó con el basket pero no, no duró más de un trimestre. Después pasó a baile y se aburría soberanamente. Así que, antes de comenzar el curso pasado le pregunté y me dijo que quería apuntarse a Gimnasia rítmica. Y así hicimos.

En Madrid tenía clase dos horas semanales, como extraescolar. Era psicomotricidad más que otra cosa, y se lo pasaba genial saltando y dando brincos. Después, el último año de infantil, con cinco años, asistió a un club del barrio en el que tuvo una primera toma de contacto, sobre todo con lo que suponían los calentamientos y las rutinas, pero poco más. Y ahí quedó la cosa.

Así que dos años después comenzó, de nuevo, muy ilusionada en el club Virka una práctica que, de dos horas a la semana pasaron en un mes a ser cinco. Al cabo de los meses siete. Luego llegaron las jornadas de tecnificación en verano, con tres-cuatro horas al día. Un mes de vacaciones, y retomando en agosto los entrenamientos.

Actualmente tiene clase cuatro días a la semana, incluidos los domingos. Ni los festivos son excusa para dejar de entrenar.

Constantemente nuestra pregunta es «¿Cómo lo llevas?¿Puedes con ello?«, porque si bien disfruta, y mucho, está claro que la prioridad, su prioridad con ocho años debe ser, por un lado el colegio y, por otro, su tiempo de ocio para jugar y descansar. Nos preocupa, obviamente, el elevado nivel de exigencia y sacrificio con su escasa edad.

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Cuando este segundo curso supe el horario intensivo que iba a tener temía por su rendimiento escolar. Además, es una niña que duerme mal y se despierta muy temprano. Pero, cuál ha sido mi sorpresa al hacer valoración de este trimestre y constatar que se está organizando mucho, infinitamente mejor que el curso pasado, y su rendimiento está mejorando. Y creo que una de las virtudes del deporte a nivel de competición es el enseñar una serie de valores como la organización, el sacrificio y el trabajo en equipo, del que ella hace gala en su entorno escolar.

Me interesa mucho este tema y es por ello que pedí a uno de los profesionales que sigo atentamente y de los más cualificados que conozco para hablar de deporte y competición escolar: el psicólogo Enrique Roldán. Enrique es Director de Intervención social en Cruz Roja, lleva más de 18 años como Psicólogo impartiendo formación a entrenadores de la Federación melillense de Fútbol, y es, además, autor del libro «¿Entrenas o educas?» de la editorial Mc Sports.

Enrique Roldán-Melilla-Psicólogo-Fútbol-Competición
– Hablemos de qué beneficios tiene la práctica de un deporte en peques de infantil y primaria 

Muchas, además del beneficio físico que mejora su psicomotricidad, tiene unos beneficios importantes tanto en la socialización de los niños, fomentando el que conozcan a chicos y chicas diferentes a los de su entorno escolar, como en la transmisión de valores que más tarde se generalizan a otros aspectos de su vida: esfuerzo, trabajo, amistad, cumplimiemto de normas… No podemos olvidar que el objetivo del deporte en los niños es divertirse y esto los hará más felices.

– ¿Qué se entiende por deporte de competición? 
El deporte de competición es aquel en el que se persigue un resultado deportivo, diferente del deporte formativo, en el que lo que se persigue es el aprendizaje de un deporte. 

– ¿Puede un niño en edad escolar competir?¿A partir de qué edad?
De hecho, desde pequeños compiten. No podemos olvidar que los niños tienen un carácter competitivo en todo lo que les rodea. Es función de los adultos modular ese carácter y que sepan cuándo competir. Hay niños y niñas a los que la competición les genera un estrés que no pueden controlar y otros a los que les motiva para superarse.

– ¿Beneficios? 
Vivimos en una sociedad competitiva que nos exige responder bajo presión, además la competición obliga a los niños a ser más disciplinados y organizados, siempre que no les genere un exceso de responsabilidad.

– Y, ¿hay contras? 
Fundamentalmente el que se vean obligados, por si mismos o por los adultos que les rodean, a ganar. En el deporte el resultado no es fijo y depende del adversario. Cuando un niño deja de divertirse practicando deporte es el momento de parar de competir.Melilla-psicólogo-deportivo-competición-COPE– Nuestro hijo decide realizar entrenamientos intensivos de cara a competiciones, ¿cómo podemos ayudarle los padres?
Los padres tenemos que ser facilitadores de la práctica deportiva siempre que no interfiera en la obligación principal que son los estudios. Además nuestro comportamiento va a ayudar o a dificultar que practiquen deporte mostrando una actitud positiva y restando presión en los momentos complicados: preguntar cómo te lo has pasado en lugar de cómo has quedado muestra a los niños lo que esperamos de ellos en cuanto al deporte. Debemos velar también, junto con los entrenadores, para que no haya un sobreentrenamiento que pueda generar lesiones. Muchas lesiones musculares vienen producidas por el estrés, como las sobrecargas o las roturas musculares al exigir al cuerpo más de lo que puede dar.

– ¿Cómo se relacionan un deporte de alta exigencia con el rendimiento escolar?

La generalización de lo aprendido en el deporte a los estudios puede ser muy beneficioso. Los chicos asumen mejor en el deporte la necesidad de trabajo, esfuerzo, repeticiones, sacrificios o reveses, y esto puede extrapolarse a los estudios y mejorar el rendimiento. En muchos casos el deporte se puede usar como recompensa por los resultados escolares. No el hacer deporte, sino algunos beneficios: ser titular, capitán, … pueden motivar para el rendimiento escolar.

– ¿Cuáles serian las señales de alarma que nos indicarían que está siendo excesivo?
Cuando el niño no se divierte, algo empieza a ir mal, no quiere entrenar o pone excusas para no acudir a la competición.Como veis, los padres somos un eje crucial dentro de la práctica de un deporte de competición. Como bien nos cuenta Enrique debemos modular esa práctica y enfocarla de manera positiva. Son muchos los beneficios si respetamos los ritmos y, sobre todo, si nuestros hijos se ven libres de disfrutar con ello.

Y vosotros, ¿tenéis hijos que practiquen deportes de competición?