Pues así como quien no quiere la cosa ha llegado el calor, y con él el temido cambio de armario. Ya no hablo solo del trasiego que supone subir y bajar cajas, maletas, lavar y guardar ropa, planchar y colocar…lo que realmente supone una tragedia es probarle la ropa a tus hijos y ver que prácticamente no les sirve nada. Ni la mejor de las tragedias griegas…

Con los niños tengo menos problemas: Alejandro aún puede heredar cosas de su hermano y Rodrigo, por suerte o por desgracia apenas engorda y le apañan sobre todo los pantalones cortos. Comprar ropa para ellos es un click y enviar, sencillo e indoloro. Tan solo les mido para el calzado y al pequeño cuando dedico un rato a buscar tiendas con el afán de comprar trajes de baño infantiles antes de que apriete más el calor, ya que la talla sí ha de ser más ajustada. Más que nada por aquello de no perder el bañador en la piscina, que ha pasado. Rodri tiene sus bañadores adaptados que aún le van a durar esta temporada.

Sin embargo con la niña, que con 12 años ha entrado por la puerta grande en la adolescencia, ahí si hay un mundo de dolor. Nada, amigos, no le viene nada. Y no solo no le viene, es que lo que tiene no le gusta. En este sentido este invierno ha sido tremendo: ropa que tenía dos meses, elegida por ella ya no era de su interés.

Ya es un hecho: tengo que peinarla subida a una banqueta, y yo mido 1’70. Por favor, llorad conmigo. ¿Cuándo ha pasado esto? Que no es que me alegre de que crezca, de dejar atrás la preadolescencia y de que esté entrando en una etapa llena de desafíos, pero tengo esa cosa de ¿dónde está mi niña??

Maillots recién comprado que le vienen embutidos, pantalones largos que ahora son pirata, zapatillas de deporte que no le sirven casi por estrenar…

Y ahora llega la temporada de baño, del viaje de fin de curso, de empezar a quedar con las amigas y no hemos encontrado nada que le apañe ni le guste, porque no es mayor para algunan ropa pero sí para otra…Así que ahora ando inmersa en la labor de comprar bañadores de niña online, que recojan bien, con colores neutros, a ser posible tipo deportivos…

Porque los cambios son muchísimos, y aunque los conoces vivirlos es otra historia…

Mi hija ahora me llama «madre». Cada vez que pronuncia esas palabras me siento como la matriarca del padrino, ¿sabéis? y probablemente el 50% de las veces sea para pedirme el móvil, por lo que mi respuesta suele ser un habitual «¿y qué obtengo yo a cambio, hija?» Lo bueno es  que si bien por las mañanas es un espectro que solo reacciona a base de rugidos – va a ser de las que necesite varios cafés para despertar-, por las tardes se activa y se arranca a hablar como si no hubiera mañana. Es algo genial que agradezco enormemente, que siga contando sus cosas, aunque a las diez de la noche yo ya no esté para estos menesteres. Habrá que quererla igual, ¿no?

Así que ha tocado cambiar chip, abrazar cada cambio, sus auriculares, sus gustos anime, sus reivindicaciones, sus silencios y disfrutar de cada conversación, de cada momento en el que ves lo diferente que está volviéndose pero al mismo tiempo es una versión mejorada de sí misma…

Muchos me preguntáis sobre la relación que mantiene con sus hermanos y sobre todo con Rodrigo. Pues con el pequeño imaginad, hoy nos adoramos, mañana nos echamos los perros y al rato nos ignoramos. Lo normal.

Con Rodri ha pasado de ser un instinto protector a más bien un papel en el que veo reflejada a una maestra; cómo lo regaña, lo felicita, y, en definitiva, lo trata de una manera totalmente normalizada. Es verdad que es una relación distinta, pero es que el ciclo vital ahora es completamente opuesto, y eso hay que respetarlo. Hablamos de tener paciencia, de respetar sus tiempos, su espacio, su individualidad y sus momentos con nosotros más allá de ser «la hermana de». 

Pues sí, tras esta reflexión, prosigo preparando un cumpleaños express para este sábado. Sí, express, primero fue la comunión y ahora un cumpleaños en diferido. Esta es mi vida, las prisas como lifestyle.

¡Por cierto!, que ya tenemos instituto nuevo (mal tendrían que ir las cosas para no ser admitida cuando tiene la puntuación máxima). Ahora solo nos queda que Alejandro pueda ser admitido y respiraremos por los próximos años, que no es poco.

Contadme, ¿cómo lleváis la adolescencia de vuestras retoñas? ¿Y el tema bikinis / vergüenza? ¿Os siguen dirigiendo la palabra?

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